domingo, 31 de agosto de 2008

Aventuras saladas

Hola gente!!

De nuevo con nuestras aventuras bolivianas. Esta vez pasamos por el salar de Uyuni y la reserva natural de Eduardo Navaroa. Y completando con paisajes salados, el pueblito de Llica. Ahí va:


Desiertos blancos y lagunas de colores

De La Paz llegamos a la ciudad de Uyuni, y allí, como todo pibe, nos apuntamos a un tour que empezaría por el salar y acabaría abajito, junto a Chile. Nos adentramos allá donde nos lleva la imaginación cuando pensamos en otros planetas, lugares que sentimos ilusorios. Descubrimos que es en Bolivia donde se vuelven reales y aquí está la prueba.

La primera gran impresión fue el salar de Uyuni: 12000 km cuadrados de sal, inmensidad blanca. Tan grande era que nosotros nos sentíamos chiquitos ante tal mole:




En mis fotillos podéis ver algunas de esta maravilla natural y más fotos divertidas de los pequeñuelos Ka y Fer.

La primera noche dormimos en... ¡un hotel de sal! El suelo, las camas, los bancos, las paredes... sal. A mi me pilló con hambre y no perdí la oportunidad de saborearlo:



A la mañana siguiente, rumbo a la Laguna Colorada. En el camino atravesamos otras lagunas espectaculares, llenas de flamencos, y lugares fascinantes. El frío intenso no nos impidió apreciar tal extraño lugar, de tantos colores entremezclados: el blanco del hielo y el vorax, el rosa de los flamencos, el azul reflejado del cielo en las lagunas y el marrón rojizo del paisaje volcánico, todos ellos en un abanico que nos hizo pensar varias veces que estábamos cerca de un sueño. Hasta que despertamos y nos dimos cuenta que el sueño era precisamente eso que estábamos viviendo, paisajes de altura a la altura de nuestros deseos, o unos metros más. Y tan bien acompañados...



Llegados a la Laguna Colorada, una de fatiga para subir a la colina y ver el atardecer, con el mareo de los 4900 m. pero con la ilusión de otro reto superado. Poco a poco, nuestra aclimatación hacia efecto. Pero faltaba aclimatarnos al frío. El alojamiento elegido por la agencia para esa noche resultó ser (nos avisaron previamente) un alojamiento básico, así que gracias a nuestros sacos pasamos frío lo justo. Lo peor fue por la mañana, cuando nos levantamos como estipulaba el programa, a las 4:00 para ver el Sol de Mañana. Nuestro guía y chófer, durante la noche, decidió beberse el madrugón y cuando nosotros le encontramos, él estaba perdido. Así que nos tuvimos que conformar con el amanecer en la la laguna colorada, a -15º según marcaba el termómetro antes de pararse.

Finalmente salimos a las 8:00, entre la tensión creada por el percance del guía y los paisajes de altura que nos acompañaban, recordando lo visto y vivido, y siguiendo con las maravillas: Laguna Verde con la mole del Licancabur y un bañito de agua volcánica para asentar todo esto.

A la llegada a Uyuni, nos compensaron por el incidente del amanecer de nuestro guía, creemos que a costa de su sueldo. Es una lástima que habiendo sido servicial y correcto durante todo el viaje se dejara engañar por el trago. El alcohol es una lacra que azota con especial fuerza esta parte del continente, en gente arrastrada por la tradición mezclada con las duras circunstancias. Espero que poco a poco, y con la ayuda de todos, la educación venza esta difícil situación.


Llica y su volcán

De vuelta del tour, nos lanzamos a una buena aventura, eso sí, ahora nada turística: Llica. La llegada a este pueblito nos impresionó, como si no hubiera pasado el tiempo por allá. Poco a poco fuimos descubriendo el lugar y nos dimos cuenta que tenía más cosas de las que pensábamos. En principio, lo que a nosotros nos interesaba era un volcán, que se mostraba majestuoso frente a nosotros: el Sapajo. Más tarde sacaríamos sabor, además, de los asaditos de llama de doña Silveria, de las conversaciones de nuestra casera doña Amelia y de los paseos por aquel lugar tranquilo donde las casas de dos pisos son de la gente importante.

Con ayuda de un coche de buenos vecinos lugareños, salvamos el aburrido camino hasta Peya, lindo pueblo casi abandonado, encerrado entre colinas y cáctus. Seguidamente, la extenuante subida al Sapajo fue una lucha contra la altura. Llegamos hasta la mitad del volcán, que fue siempre nuestro objetivo, aunque siempre mirásemos con envidia la cima.


La visión que nos ofreció este punto fue el de los dos grandes salares: Uyuni y Coipasa. Desde las alturas, como siempre, el paisaje se extiende y puedes vislumbrar, casi entender, la magnitud de la naturaleza y una vez más, nuestra insignificancia (material, que no espiritual, que tuvimos que poner mucho de alma para llegar hasta ahí).



Al día siguiente, el hecho de que el autobús de vuelta a Uyuni estuviera lleno, nos permitió conocer un secreto, el que ahora os confío.

Como teníamos que aprovechar la mañana, pedimos consejo a los lugareños. Éstos, muy amables y conversadores como siempre, nos recomendaron ir a Ulo (el secreto). No lo encontramos en Internet ni en ninguna guía, así que iríamos como pudiésemos a ver lo que fuera tal lugar. Sabíamos de antemano que no nos defraudaría, como todo aquello que se acomete sin conocer pero con fuerza.

Gracias de nuevo a la amabilidad, conseguimos llegar a destino. Un estremecimiento de la tierra de lejos y un enorme camión de cerca nos llevó más cerca del lugar, salvando los kilómetros que casi seguro nos habrían hecho perder el autobús de por la tarde, o la visión de Ulo. Tras treinta minutos más de marcha, giramos una esquina y nos lo encontramos:

Un enorme cráter inmenso creado por un meteorito, con una base de sal, solitario, a salvo todavía de la avalancha de turistas que le profetizamos y que más tarde, ya en Potosí, nos confirmaría para el 2010 una organizadora turística, esperemos que para bien del maravilloso lugar llamado Llica.

Así que esto y mil anécdotas más fue Llica. Aquel pueblo donde fuimos los famosos gringos que se alojaron en la alcaldía municipal y que tanto les gustaba internet. Que amaban andar sin temor a la puna y que vivían... "quién sabe donde estará España".

jueves, 21 de agosto de 2008

La... ¿Paz?

Primero, disculpadme por no seguir el orden cronológico del viaje, ya que en esta ocasión me tomo la libertad de saltarme el capítulo de Brasil. Para todos aquellos (en especial a la gente que conocimos allí) que lo estaban esperando, deciros que lo bueno a veces se hace esperar y que intentaré, en unos días o quizá en meses, describir lo que Blanca y yo vivimos allí.

Ahora estoy demasiado emocionado con la intensidad de la ciudad de La Paz, como para no dedicaros estas líneas.

Lo primero, que mi compañía cambió en Buenos Aires. Mi niña del alma se fue a Madrid a seguir haciendo realidad nuestros sueños... Y aparece nueva compañía... ¡¡Ka!! (Para la gente de Ecuador, más conocida como "la Carito"). A continuación, una fotillo de nuestro encuentro en Buenos Aires.



Después de varios trayectos... llegamos a La Paz, bien entrada la noche. Como dijo un viajero que se nos cruzó... parece que se ha caído el cielo. Desde el aeropuerto, a 4000 metros de El Alto, hasta La Paz (3600), nos deleitamos con las miles de luces que escalaban la ciudad, por donde quiera que mirases.

Tomar aire, que la altura se nota. 3 escalones y ya hay que parar a descansar. Despacito, sigiendo buen ritmo. Dejarse llevar. Bienvenidos a Bolivia. Bienvenidos a La Paz.



Tuvimos conversaciones politiqueras con el dueño del hostal, obligadas tras la situación que se vive en el país, y esperemos que se arreglen que lo último de lo último ha de ser la pelea entre hermanos.

Muchas sensaciones juntas en la llegada hicieron difícil conciliar nuestro sueño. Más por Ka que vivía más adelantada en el tiempo. En nuestro tercer día podemos afirmar que ya podemos dormir bien y que podemos subir hasta 5 escalones sin cansarnos.

Al día siguiente nos lanzamos a vivir la ciudad: desayuno rico (mate de coca y salteñas, ambos imprescindibles) y a dejarnos llevar. Detrás de la céntrica plaza de San Francisco hay un mercado. Comienza con el mercado de brujería, donde puedes encontrar remedios para todo, Ekekos y fetos de llama, entre otros. Para los curiosos, los fetos de llama se entregan como ofrenda a la Tierra o Pachamama para honrarla, y los Ekekos son unos muñecos con bigote a los que también se les hace ofrendas, pero chiquitas: existen miniaturas de cualquier cosa que el Ekeko te concede si se las ofreces santificadas por uno de los sabios yatiris. Curioso el bigote del Ekeko, pues resulta que este personaje se volvío mestizo para burlar la presión de los españoles, allá por aquellos años de conquistas. De ahí que le saliera bigote.

Más arriba siguen calles y calles de mercado, muy indígena, y donde creo que puedes encontrarlo todo, preguntando, o perdiéndote. Compramos fruta, agua, y nos embarcamos en la primera furgoneta que decía "La Ceja", casi sin pensar. Ésta sube y sube, hasta que se acaba el mercado, y sigue más arriba, mucho más... Hasta llegar a "El Alto" (claro). Allí pudimos comprobar lo increíble de ésta ciudad: la palabra más adecuada sería "inestabilidad", cuando observas con cuidado que nunca acaban las casas, los volcanes imponentes, a esa altura, al borde...

Tihuanacu

Al día siguiente, fuimos a visitar las ruinas de Tihuanacu. Éstas pertenecen a la civilización del mismo nombre, que en su día fueron conquistadores y se extendieron a base de bien (lo que sería ahora sur de Perú, Bolivia, norte de Chile y norte de Argentina...). Cosas muy curiosas allí, relato algunas de ellas, y los que más sepan del tema o tengan tiempo para cotillear en internet, que me cuenten:

- Los Tihuanacus hicieron, allá como 1400 años antes de que llegaran los españoles, unas figuritas de cerámica de un personaje con bigote (español total, un Don Quijote diría yo), y un japonés perfecto. Y yo siempre pensé que los indígenas nunca tuvieron bigote, ni eran japoneses. Bueno, todo ese misterio unido a que el guía no le prestó atención a este hecho... Supongo que se trata de algún secreto que nos quieren ocultar.

- ¿Cómo llevaron esas moles de piedra hasta allí? Había piedras de cientos de toneladas, y como también es conocido, estas civilizaciones nunca inventaron la rueda. Bueno, como hay explicación para todo, se ve que el lago Titicaca antes era mucho más grande (llegaba hasta Tihuanacu), entonces llevaron las piedras desde el lago hasta el centro ceremonial: ¡en islas flotantes! Sí, islas hechas de totora, que flotan, y así pueden llevar las piedras. Nuestro libro no se queda corto en la ensoñación, pues no dice nada de islas flotantes, sino que las traían usando troncos, ¡que cogían a cientos de kilómetros de allí, y cuesta arriba! Ahora queda preguntarse cómo traían los troncos...

- ¿Porqué nadie se pone de acuerdo? Nuestro libro nos habla de que los tihuanacus tenían 4 niveles en su filosofía: inframundo (serpiente), terrestre (puma), celestial(cóndor) y agua (pescado); el guía nos dijo que había 3 niveles, olvidándose del inframundo, ¿y la serpiente? Pues símbolo de la fertilidad... El libro dice que los tihuanacos pasaban del Sol, era algo más en el paisaje; el guía nos dijo que el dios supremo era el dios Sol y que aparecía por todos lados... Supongo que depende de quien te las cuente. Las conclusiones a las que llegamos son dos:

1- Nada es como dicen que es. Seguro que los tihuanacus creían en 5, 6 o más niveles, o en nada de eso.

2- Todo es cierto. Las historias de la boca de la gente, o de un libro, sean leyenda o no, son las que conforman y confirman todo este misticismo, así que creamos en ello. O como quieran.

Podría contar un sinfín de anécdotas más, contradicciones, asuntos inexplicables... Pero basta que elijáis cualquier civilización, indaguéis y descubráis los misterios que encierran. Por ejemplo, la civilización occidental: pensad un poco y veréis lo raros que somos.


Sensaciones

Almuerzos en la parte de arriba de los mercados, mokochinchi (bebida rica de durazno deshidratado), mate de coca, ensaladas de frutas infinitas; la timidez indígena, su tranquilidad, una calle de puros libros, siga no más, aquisito, caserito, ya...; 4000 metros de sensaciones; y el espectacular, único e inigualable Helado de Canela (con empanadas de acompañamiento, si gusta el señor).

Por último, contar que hoy conocimos a Doña Rosa, y nos echó las hojas de coca para ver nuestro futuro. La conclusión, con Ka y conmigo, fue la misma: tenemos y tendremos mucha suerte, siempre, así que con sonrisas plenas partimos felices de La Paz a nuestra siguiente etapa: los salares, volcanes, Potosí... Allí nos vemos.

No me puedo despedir sin dejar a Ka que ponga unas palabrillas:

menos mal que no he escrito yo pq sino el blog del Fer hubiera sido interminable!!! Bueno, deciros que la Paz es la cuidad "menos ciudad" que he visto hasta ahora.. es totalmente otra historia.. y cuesta pillarle el ritmo, la altura es la leche!!! Pero estamos los dos mu emocionaos.. y nos faltan días para hacer todo lo q se pudiera hacer aca! Un bso pa tos!!!!

Ka y Fer


viernes, 8 de agosto de 2008

Agua

Hola gente!!! En un enlace a la derecha, podéis ver lo bonito que quedaron las aportaciones para el segundo jueguecillo. Sois la caña todos, con vuestros comentarios, e-mails, cariños varios, etc, etc. Os mandamos, ahora desde Buenos Aires de nuevo, un abrazo enorme, enorme, y a continuación, sigo poniéndoos al día con nuestro viaje, aunque siga un poco desfasado.


Dejamos Mendoza y tomamos rumbo a Brasil, pero antes hicimos unas paradas, y todo eso es lo que se cuenta por aquí:

Salimos de Mendoza. Más y más kilómetros de bus para ir hacia el noreste. En Mendoza habíamos decidido hacia donde dirigirnos. Grandes dudas nos surgieron: Santiago, Córdoba, Salta... Pero algo mágico sucedió:

- Es verano, y no hemos estado en la playa ni en el calorcito. Me gustaría ir a la playa y al calor- dijo Blanca.

- Pero... aquí, en el hemisferio sur, es invierno, y hace mucho frío en los sitios de playa - dijo Fer.

- Algún sitio tiene que haber, aunque esté un poco lejos - insistió ella.

- Sí, hay uno - dijo Fer, con cierta ironía - Río de Janeiro en Brasil -. Tras ello Fer soltó una carcajada que venía a confirmar que lo dicho era una más de sus bromas, pues Río de Janeiro estaba mucho más lejos de lo probable (3400 km, por ejemplo).

- Perfecto, me gusta. Vamos - dijo Blanca, sin dudar, y manteniendo un semblante confiado que expresaba, de forma inequívoca, que ella no estaba de broma.

Primero lo asimilé, luego sonreí, ahora sin ironía, y me dije - ¿porqué no? - al fin y al cabo, ¿a qué he venido a América? Pues eso, he venido a jugar. Así que de locos, ¡¡¡rumbo a la samba!!! Gracias Blanca por dejar que la emoción guíe nuestro viaje.

De Mendoza a Rosario, ciudad natal del Ché, donde el general Belgrano, años antes de que naciera aquel soñador, levantó por vez primera la bandera argentina. Allí pasamos unas horas, comiendo lomitos en el río Paraná (que significa "parecido al mar" y es que es enorme), y otra vez a pasar noche viajando en nuestro amigo bus.

En dos noches y un día pasamos de las viñas y el "aquí nunca llueve" de Mendoza, a las palmeras y el "aquí nunca hace frío" de la selva. ¡Lo logramos! Nuestra huída del frío había llegado a su fin: chanclas, pantalón corto, manga corta, y a disfrutar del invierno argentino en ...

Iguazú

Ahora, voy a tomar un tono más serio en mi relato. Más que serio, sería solemne.
En Iguazú, lejos de ser diferentes e innovadores, fuimos a ver las famosas Cataratas.

Siempre nos hablaron de ellas. Ya en España, quién no oyó sobre las cascadas. En Argentina toda la gente insistía: "no os las podéis perder". Me imaginé uno de los sitios más turísticos de la tierra, hasta lo que conozco, lo era; me imaginé un montaje al estilo de un parque temático, así fue; siempre pensé que las hordas de turistas les restaría encanto, no lo se, nunca las vi sin turistas; pero lo que nunca se me pasó por la cabeza es lo que sentiría en aquel instante, lo que sentimos. Es una de esas cosas que no se puede explicar con palabras. Si recuerdo las que pronuncié: "Ahora lo entiendo todo", y puedo a continuación anotar aquella que el recuerdo me evoca. Una palabra simple, pero al mismo tiempo, inmensa:


AGUA

Agua:

1. Sustancia cuyas moléculas están formadas por la combinación de un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno, líquida, inodora, insípida e incolora. Es el componente más abundante de la superficie terrestre y, más o menos puro, forma la lluvia, las fuentes, los ríos y los mares; es parte constituyente de todos los organismos vivos y aparece en compuestos naturales.

2. Licor que se obtiene por infusión, disolución o emulsión de flores, plantas o frutos, y se usa en medicina y perfumería.

3. Componente intrínseco a las cataratas de Iguazú.

Cataratas de Iguazú:

1. Situadas entre Brasil y Argentina. Ver Agua.

martes, 5 de agosto de 2008

Una historia: Mendoza


Hoy he corrido durante una hora entre colibríes, monos, ardillas y palmeras, cuesta arriba y cuesta abajo, rápido, muy rápido, sintiéndome uno más de la naturaleza. Sintiéndome vivo. Por ello, me he acordado de Luis Jait, y de sus historias con excesos, y por tanto, recuerdo Mendoza, que no es más, ni menos, que la gente que allí conocimos. Con todo esto, permitidme que esta entrada tenga el formato de una carta dirigida a todas las increíbles personas que crearon "Nuestra semana en Mendoza". Ahí va:

Hola Diana, Luis, Gustavo, familia, amigos, o lo que es lo mismo, Hola Mendoza.

Escribo esto para deciros que cada vez que recordemos su ciudad nos acordaremos de ustedes. Cuando recordemos los Andes, pensaremos en Luis y su Aconcagua; cuando recordemos los restaurantes y ese chocolate, nos vendrá a la cabeza Gustavo; cuando recorramos de nuevo el gran parque en nuestros pensamientos, sentiremos el primer encuentro con Diana ¡Qué decir de cuando Blanca haga su segunda paella!

Pero también os escribo para recapitular lo que fue esa semana de sonrisa perpetua, para que toda la gente pueda disfrutar de esta historia y para que quede escrito para luego releerlo y recordar:

Empezó como suele empezar, en el terminal de omnibus. Tras conversaciones con los de la oficina de turismo y con nuestra guía, nos decidimos por un hotel en la calle España ¡Ole! Nuestra primera visita turística: la plaza de España ¡Ole! ¡Ole!
Pronto conocimos El Parque, ese gran parque enorme que tenéis en el medio, y allí disfrutamos por fin del sol eterno, pues no nos ha abandonado hasta ahora. Clima lindo el mendocino o al menos así fue con nosotros allá.

De un día para otro, cambiaría la historia de la ciudad para nosotros: el parque no sería nunca más el mismo parque, ni la plaza España, ni el hostal...
- Estoy cansada de hacer turismo en el que sólo vemos una parte de la ciudad, que es como si fuera la parte de mentira. Necesitamos conocer gente que nos enseñe la parte de verdad, o al menos de su verdad, que será siempre más interesante. Pero claro, no es tan fácil conocer gente... - dijo ella.
- Yo siento lo mismo que tú. Mmmm.... tengo una idea - dijo él.
Ahí recordé que tengo miles de amigos en todas las ciudades del mundo (todos los tenemos) a un solo click y elegimos a dos de ellos, siguiendo el consejo de nuestra intuición. Casualidades o destino, fuimos a dar con tío, Luis, y sobrino, Gustavo.

El primer encuentro fue con Diana, en su parque, en el lago. Gracias por ponernos al día en la actualidad política en un momento tan importante, y en prepararnos para empezar a asimilar lo que sería conoceros: conocer a una pareja que un día, sin estar tristes, decidieron confirmar su felicidad. Nos contaste como tu Luis subió el Aconcagua y le cambió la vida, cómo quiso escribir sobre ello, se convirtió en escritor y tú diste a conocer esos libros, y cómo aprobaste el examen de inglés porque lo hiciste sin miedo a suspenderlo, y mucho más.

Después vino Luis en persona, el gran Gustavo y unas pizzas "muy hechas". Y empezó la desmesura: Gustavo, con vos pasamos un día grande viendo los Andes más altos, más cerca. Esa noche y las que vendrían, dormiríamos en el apartamento que nos dejaste, mil gracias. Mexicanos, risas mil, una carrera agotadora en el parque y todas esas anécdotas que viviste o te contamos hicieron que los tres pasásemos con muy buena onda. Andate tranquilo, viajá por Sudamérica, que yo iré antes contando que de Mendoza llega un cuerpo "casi" perfecto ;)

El único día solitario, pasamos entre vinos, bodegas y bicis. Que curioso, ¿no Luis? Al fin y al cabo estuvimos contigo.

Un mínimo detalle para agradecer tanto: pensamos que sería justo hacer una gran paella ¡Ole! ¡Ole! y ¡Ole! Internet, memoria y el Mercado Central fueron los prolegómenos. Después ¡ A cocinar!

La paella nunca hubiera sido lo mismo sin la inestimable ayuda de Raúl y Humberto, mil gracias. Eso si, el aplauso se lo llevó Blanca, y es que es una maestra, no hay duda, ustedes lo vieron. Que lo vean ahora el resto:

Aún lamento, Gustavo, que se rompiera en tus manos el segundo coche en menos de 24 horas y que la grúa llegara después de que nosotros acabáramos con el postre...

Mando un saludo a los que no he nombrado y también cenaron. Me asombró vuestra cultura y desparpajo.

Al día siguiente despedida, traca final: café, tus libros dedicados, comida con Gabriel, Geraldine y familia, otro encuentro extraordinario, y despedidas con sabor a chocolate.

Sentados en el autobús, dirigiéndonos a otro país, Blanca y yo callábamos: aún estábamos saboreando lo vivido, seguros de lo mucho que había influido en lo que nos queda por vivir.

Hemos conocido muchas personas en este viaje y cada una de ellas es una historia. Luis, tú dices que buscas historias, y vives las tuyas: subiendo el Aconcagua, recorriendo Uruguay en bicicleta o haciendo viajes imposibles. Nosotros vivimos también nuestra historia: decidimos hacerlo hace tres años cuando empezamos a salir, y hace casi un año cuando decidimos volar y cumplir nuestros deseos. Son estas historias: el teatro, los niños, o correr durante una hora entre colibríes, monos, ardillas y palmeras, lo que nos hace sentirnos tan vivos, tan especiales, tan mágicos ¿Y sabes porqué somos capaces de lograrlo tan facilmente? Claro que lo sabes, te lo enseñó tu hijo y nos lo recordaste a nosotros:

¡¡¡¡ PORQUE TENEMOS GANAS !!!!

Con cariño,

Blanca y Fer

P.D. ¡Os esperamos en Madrid!