viernes, 24 de octubre de 2008

El final de un sueño sin despertar

Sobrevolando el Océano Atlántico, me dispongo a escribir las que serán, supuestamente, las últimas líneas del viaje, que pasaré al blog, supongo desde nuestra casita en Lavapiés (así es).

Cuando vuelva encontraré el equilibrio: he de devolver las siete horas que me prestaron, compensar las despedidas con bienvenidas y pasar de la morriña y el disfrute a la cercanía y la nostalgia. Imagino que tras una sucesión de encuentros y nuevas emociones, empezaré a darme cuenta de que he vuelto y de la aventura que he vivido, pues ahora mismo siento como si siguiera rumbo a algún otro lugar, aunque al fin y al cabo sea siempre así, pues la vida no es más que un gran viaje a diferentes lugares, del mundo, de la mente, del corazón.

A unos cincuenta minutos para aterrizar en Madrid, de lo que estoy seguro es de que la decisión de hacer este viaje fue... perfecta. Al principio me planteé mucho si así lo era, desencuentros con la Sociedad, pero tras seis meses de encuentros, paisajes y diferentes realidades, ahora sé que ésto era lo que realmente yo quería vivir. Elegí esta parte de mi vida a mi estilo y al del que los nuevos mundos me indicaran, así es como partí a volar hacia mi destino, nunca más arrastrarme a por él. Como también elegí pasar los últimos días de la aventura en el país que me vio nacer de nuevo: el lindo Ecuador, y su linda gente: Elio, Juanjo, Gina, Tikayri, Kris... y una mención especial para la Paty, y para su familia, que me acogieron en su casa como uno más. Pati, sigues siendo mi mejor amiga en América, incuestionable.



Estos días en Ecuador, aún siendo el sabor a despedida, no dejaron de ser memorables y únicos, pues este país no defrauda sino que se supera. Aparte de pasear y trotar por los recuerdos quiteños, pude conocer a un nuevo amigo, el gran Juanjo; pude ver el otro lado de Quito desde el parque Metropolitano; por fin probé el mítico canelazo y al amigo Cuy; visité la ciudad de Baños.

Baños se cayó en la ladera de un volcán activo, de los que estallan algunos días impares, y no arrasan con la ciudad porque cierta Virgen les protege y ya tiene que estar con agujetas la mujer. Además de este detalle, otras montañas verdes espectaculares rodean Baños y, como su nombre indica, existen multitud de baños termales para meterse hasta de noche en la sopita calentita. Enormes cascadas, balnearios con masajes, jacuzzis y acceso a amplia variedad de deportes extremos. Entre ellos... ¡puenting! Así que allá voy...



Además, en Baños hay una buena farra y unos chavales espectaculares que compartieron su casa para que Pati y yo pasásemos la última noche: Ovidio y JuanK ¡gracias, locos!

Después de todo este tiempo, sé que faltan cosas por hacer: conocer más rincones de Ecuador, adentrarme en la selva en busca de chamanes, llegar a los glaciares argentinos, los lagos chilenos, el fin del mundo, y, vencer al maldito Pichincha que nunca se dejó ver. Siempre hay que dejar cosas por hacer para tener que volver, que así sea. Aunque tengo otras muchas razones para hacerlo.

Estoy viendo España a través de mi ventanilla. Se acerca el final de una historia. Fui a América a por historias y ahora una acaba, para que puedan empezar otras que sigan haciéndome sentir vivo y con razones para sentirlo más que nunca.

No quiero despedirme sin antes resumir en un poema de Benedetti algunos de mis sentimientos. Hay muchas razones para cerrar el viaje, el blog y esta dedicatoria a todos vosotros, los que me leeis, con este poema. Los que las saben, les llegará, los que no, espero que les llegue.

Sin más, me despido. Ha sido todo un placer.
Para cualquier cosa, nos vemos por el mundo.

NO TE SALVES

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma

no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios

no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana

y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo





FER

miércoles, 15 de octubre de 2008

Bem-vindo ao Brasil

Después de un tiempo, lo he encontrado para hablar de lo que fue nuestro paso por Brasil. Para aquellos que no hayan seguido con religiosidad este blog o quizá no recuerden, yo les refresco. Hace dos meses y medio y debido a las emociones de Blanca se generó la gran idea de recorrer sudamérica de lado a lado y no por la parte estrecha, para llegar desde Mendoza hasta Río de Janeiro, parando en Rosario, tierra natal del Ché y de paso del Paraná, y por Iguazú, ¡cuánta agua! Así que así, y con un viaje en autobús divertidísimo, de policias y traficantes, llegamos a ¡OI! Bemvindo ao Rio de Janeiro.

Los traficantes fueron detenidos sin mayor percance y nosotros, extras de esta película de acción que a veces es la vida, no podíamos imaginar lo poco representativa que fue la historia policial para lo que vendría después.

Siempre que me preguntaron si visitaría Brasil, contesté que Brasil debía de ser "otro viaje aparte". Lo sigo pensando. La música, los colores, la lengua, el sentir, me resultó muy diferente a lo visto hasta ahora en el viaje. Y aún así ¡vi tan poco! Brasil es enorme y tuvimos que conformarnos con dos lindos lugares: Río de Janeiro e Isla Grande. Pero lo dicho, ha de ser un futuro viaje en el que visitaré la selva más grande, el noreste de samba, color y dioses, desiertos blancos y más playas de caipiriñas. Los miles de rincones por descubrir...

Rio de Janeiro

Posiblemente, una de las grandes ciudades más hermosas de la Tierra y, sin duda, de las más emblemáticas ¿Cómo así? Fácil. Primero, tiene playas legendarias: Copacabana, Ipanema, y montañas verdes tan cerca del mar que hasta algunas se meten a nadar. Ahora, imaginad una ciudad con un parque. Bastante habitual ¿verdad? Si no fuera porque éste tiene montañas, cascadas, monos y, entre otros atractivos añadidos, el famosísimo y nombrado "maravilla", señor Corcovado. Para los amantes de los datos, este bosque urbano (el más grande del mundo) se llama Foresta da Tijuca.
Estos atractivos naturales, un verano que dura todo el año y una cultura culinaria, musical y fiestera riquísima hacen de esta ciudad un hito fundamental para todo viajero que se precie.



Algo que siempre me impresiona de Sudamérica, allá donde voy, es la amabilidad y simpatía de sus gentes. Rio no fue una excepción, sino más bien al contrario, fue donde estas cualidades fueron más marcadas. A pesar de la barrera del idioma (que ya no estoy acostumbrado!) siempre hubo quien nos aconsejara, nos ayudara, nos indicara, nos saludara y nos hiciera sentir más cerca de ellos. No importa si la ciudad es grande o pequeña, que con la sonrisa puesta y el corazón caliente siempre tendrás gente que te ayude y aporte. Especialmente, tengo que nombrar a algunos genios que pasaron a papel protagonista en nuestro paso por Brasil:

- Ana y Elena: Un viaje en tranvía rebosante nos adentró en el corazón de la vieja Lisboa, como coincidimos Blanca y yo, en el barrio de Santa Teresa, con cervezas y aperitivos en un bar típico hablando de temas profundos, como le gusta a Ana, en un pupurrí de idiomas que acabó oficializándose en francés, vete tú a saber porqué. Una noche de baile Forró con actuación en directo fue la guinda de tan lindo encuentro.

- Ronaldo y Renata: En su carro, a ritmo de bossa nova, nos llevaron a playas que nunca hubiéramos conocido de otra forma. Tomar el Sol, hablar de viajar y comernos unos enormes pescados con paisaje compusieron otro día inolvidable. Con las ganas nos quedamos de volver a verlos, pero supongo que la próxima vez será en España, así que Ronaldo y Renata, id adelantando en vuestra lista el viaje por la tierra de paellas y ricos vinos, que os estaremos esperando con los brazos abiertos.

Antes que los paisajes, las culturas milenarias, la comida o la farra, lo que más me llevaré de vuelta a España será lo que me dejó la gente con la que me crucé en el viaje. Muchas gracias a todos aquellos que os dejásteis caer en nuestras vidas, os llevamos dentro. Pero todavía quedan más amigos, no sin antes...

Ilha Grande

Una isla sin coches, con playas por todas partes, algunas de ellas entre las más increíbles que vi nunca. Monos, ardillas, hormigas peleonas y pájaros de mil colores, hasta pingüinos. Isla grande es... uno de esos lugares.

Pasen y vean. Más fotos aquí.







Otra vez Río, traca final

En Isla Grande compartimos grandes momentos con una pareja muy especial: Fernanda y Carlos. Fernanda, carioca, Carlos, granaíno, enamorados qué importa la distancia. Estos dos nuevos amigos, aparte de compartir su casa en Río, nos dejaron sabor a risa, samba, churrasco, fútbol y psicología. Buen rollo carioca-andalusí para el recuerdo. También sueño con que algún día nos volvamos a ver, quizá en España y seguro los cuatro. Muchas gracias guapos, y abracísimos pareja brasiñola, nunca os olvidaremos, ni tampoco a vuestro Brasil.



Así es, una vez más. El mundo te acoge cuando le tratas con el cariño y el respeto que se merece. Una vez más, una sudamérica de contrastes, porque en Río también hay favelas, una mendicidad desorbitada, violencia, terror. Se ve ahí mismo, no se puede ocultar.
Mi arma es la sonrisa. Intentar dejar alegría allá donde vaya. Llamadme iluso, pero estoy seguro que los portadores de alegría podemos cambiar el mundo, aunque sea poquito a poquito. Si no, haced la prueba y veréis como aparecen una María y una Elena, un Ronaldo y una Renata, una Fernanda y un Carlos, que os siguen cargando la batería para no dejar de sonreir y luchar ante un mundo tan duro y desconcertante.

Dedicado a mis fuentes de energía. Até a proxima.

FER

domingo, 12 de octubre de 2008

La jungla

La jungla, y nosotros, pero la jungla...



Siempre verde, muy Verde, árboles sin fin, lianas eternas, helechos y flores, enormes mariposas, monos divertidos bailando y brincando, loros que comen palmeras para que mueran y loros que comen las palmeras ya muertas, árbol que envuelve a árbol que envuelve a árbol, cocodrilos que se reconocen en la oscuridad por sus ojos rojos, no, son caimanes. Tarántulas que salen y las que no salen porque se están cambiando para salir, avispas, mosquitos, no tantos. Vida, mucha Vida. Sonidos siempre pero especialmente al atardecer, sonidos de la naturaleza y otros que no parecen naturales, Todo, salvo silencio.

Un lago de sueños de atardeceres y amaneceres, lobos de mar o de río o... nutrias gigantes, que no amanecen, todos los pájaros sobre el lago de nombres irrecordables, salvo garzas o serpientes y algunos prehistóricos, y bajo las aves, rompiendo el reflejo de palmeras y verde infinito, los nenúfares con flores tímidas pero farreras, pues salen todas las noches.



Olores, sabores, papaya con dulce de leche, valiente combinación, sensaciones, picores de otros zancudos, sudor y calor, mucho calor, solución con agua fría y una fuente helada o una ducha sencilla. El placer de lo sencillo, de lo auténtico, calidez a la luz de las velas y al encontrar tierra fértil bajo los pies descalzos, pero ¡cuidado! las hormigas respetan su trabajo por encima de todo y no dejarán que lo pisotees. Hormigas soldado y hormigas porteadoras de hojas grandes para alimentar a su alimento, rojas, blancas, negras, cabezonas, rápidas, lentas, voladoras, hormigas puente y cúmulos de hormigas. Una hormiga no es nada pero todas juntas, pensando a la vez, qué poder, qué unanimidad, qué comunismo, realidad utópica pero mejor que otras, o no, o si, el placer de discutir.

Remar en el lago Sandoval, irse por las ramas, acostumbrarse al sonido del crujir de hojas oculto bajo todos los sonidos, sudar sin parar pero con gusto, correr como muchos años antes, un diluvio cuando ya no importa, escuchar todo, mirar al cielo y no verlo o encontrarlo en su esplendor, buscando La Cruz del Sur...

... y un Oso Perezoso, a lo lejos.



Dedicado a mis amigos Adolfo, Rákel y Sarita, que se dieron y me dieron el placer de acompañarme durante unos días para conocer y disfrutar el paraíso peruano.

jueves, 9 de octubre de 2008

El Tahuantinsuyo

El momento tan esperado, la llegada al Ombligo del Mundo: Cuzco.



El Dios Wiracocha engendró a sus dos hijos, Mama Ocllo y Manco Capac, del lago Titicaca y les encomendó la misión de salvar al mundo de la barbarie. Caminarían sin descanso hasta encontrar el lugar a partir del cual crearían un nuevo imperio. Este sitio sería aquel en el que el Cetro Sagrado fuera clavado enteramente, tierra fértil sobre la que empezar desde cero una misión legendaria...
Y este sitio fue Cuzco, el centro, el ombligo, lo que sería la civilizacion más grande de toda América hasta la llegada de los colonos españoles.

Empezaron siendo un pequeño grupo de guerreros, adoradores del Sol, herederos de Tihuanacu. El noveno jefe, el Inca Pachacutec, sería quien tras vencer en una batalla imposible contra sus enemigos los Chancas, comenzó a expandir su imperio, que pasaría a llamarse Tahuantinsuyo (las cuatro naciones). Como sucedió con Roma mucho antes, en Sudamérica todos los caminos llegaban a Cuzco. El imperio se extendió por Ecuador, Colombia, Bolivia, Chile, Argentina... Todos los pueblos veneraron la PachaMama (la Tierra) y al dios Inti (el Sol), les cuidaban para que éstos les dieran protección.

No es oro todo lo que reluce, aunque oro les sobrase a los Incas. Fueron conquistadores, y aunque optaron siempre por el diálogo como primera opción, si el pueblo a conquistar se resistía pasaban a la fuerza. Sus ansias de expansión hicieron que se extendieran enormemente en muy poco tiempo, lo que no permitió que la cohesión entre los pueblos estuviera afianzada, lo que los españoles utilizarían para su cruel conquista. Pero con los Incas, como con todo en la vida, hemos de quedarnos con lo bueno para así poder seguir su ejemplo: el culto y veneración a la naturaleza promovía un respeto total a ésta, consiguiendo extraer el alimento de la forma más responsable posible ¡cuánto deberíamos aprender de esto!

El primer observador que aterriza en Cuzco ve una ciudad colonial preciosa y repleta de piedras y ruinas. Poco a poco, con la ayuda de libros, guías y sobre todo, imaginación, uno empieza a levantar casas, templos, toneladas de piedras, piedras de toneladas, costumbres, civilizaciones, guerras y leyendas, Sacsayhuamán, Koricancha, el Centro del Mundo.

Los cuatro amigos recorrimos el Valle Sagrado visitando las ruinas de Pisac, Ollantaytambo y Chincheros, ejemplos de la magnificencia de los centros ceremoniales y, sobre todo, de los emplazamientos elegidos por los Incas. Aquí hay una foto de muestra, del antiguo pueblo de Pisac:



Para concluír a lo grande nuestra odisea andina, el plato fuerte, las ruinas de Machu Picchu. Dicen que ahí fue enterrado Pachacutec, dicen que se llevaron allí a los últimos Incas para que los españoles no saquearan sus cuerpos y que finalmente los españoles llegaron, y encontraron que los cuerpos de los reyes ya no estaban. En cuanto a mí, no sé lo que pasaría allí en su día, pero es bien cierto que cuando llegas al lugar la imaginación vuela, la respiración se corta, la pasión se desmadra. La vista desde lo alto de Huayna Picchu es una de esas cosas que no se olvidan, por mucho que vivas, probablemente de las mejores escenas que he visto en éste mi Viaje por Sudamérica. Como alguien dijo antes que yo: "Un orgasmo visual".

Ahí dejo la foto postal (más fotazos, aquí):



FER