Después de un tiempo, lo he encontrado para hablar de lo que fue nuestro paso por Brasil. Para aquellos que no hayan seguido con religiosidad este blog o quizá no recuerden, yo les refresco. Hace dos meses y medio y debido a las emociones de Blanca se generó la gran idea de recorrer sudamérica de lado a lado y no por la parte estrecha, para llegar desde Mendoza hasta Río de Janeiro, parando en Rosario, tierra natal del Ché y de paso del Paraná, y por Iguazú, ¡cuánta agua! Así que así, y con un viaje en autobús divertidísimo, de policias y traficantes, llegamos a ¡OI! Bemvindo ao Rio de Janeiro.
Los traficantes fueron detenidos sin mayor percance y nosotros, extras de esta película de acción que a veces es la vida, no podíamos imaginar lo poco representativa que fue la historia policial para lo que vendría después.
Siempre que me preguntaron si visitaría Brasil, contesté que Brasil debía de ser "otro viaje aparte". Lo sigo pensando. La música, los colores, la lengua, el sentir, me resultó muy diferente a lo visto hasta ahora en el viaje. Y aún así ¡vi tan poco! Brasil es enorme y tuvimos que conformarnos con dos lindos lugares: Río de Janeiro e Isla Grande. Pero lo dicho, ha de ser un futuro viaje en el que visitaré la selva más grande, el noreste de samba, color y dioses, desiertos blancos y más playas de caipiriñas. Los miles de rincones por descubrir...
Rio de Janeiro
Posiblemente, una de las grandes ciudades más hermosas de la Tierra y, sin duda, de las más emblemáticas ¿Cómo así? Fácil. Primero, tiene playas legendarias: Copacabana, Ipanema, y montañas verdes tan cerca del mar que hasta algunas se meten a nadar. Ahora, imaginad una ciudad con un parque. Bastante habitual ¿verdad? Si no fuera porque éste tiene montañas, cascadas, monos y, entre otros atractivos añadidos, el famosísimo y nombrado "maravilla", señor Corcovado. Para los amantes de los datos, este bosque urbano (el más grande del mundo) se llama Foresta da Tijuca.
Estos atractivos naturales, un verano que dura todo el año y una cultura culinaria, musical y fiestera riquísima hacen de esta ciudad un hito fundamental para todo viajero que se precie.
Algo que siempre me impresiona de Sudamérica, allá donde voy, es la amabilidad y simpatía de sus gentes. Rio no fue una excepción, sino más bien al contrario, fue donde estas cualidades fueron más marcadas. A pesar de la barrera del idioma (que ya no estoy acostumbrado!) siempre hubo quien nos aconsejara, nos ayudara, nos indicara, nos saludara y nos hiciera sentir más cerca de ellos. No importa si la ciudad es grande o pequeña, que con la sonrisa puesta y el corazón caliente siempre tendrás gente que te ayude y aporte. Especialmente, tengo que nombrar a algunos genios que pasaron a papel protagonista en nuestro paso por Brasil:
- Ana y Elena: Un viaje en tranvía rebosante nos adentró en el corazón de la vieja Lisboa, como coincidimos Blanca y yo, en el barrio de Santa Teresa, con cervezas y aperitivos en un bar típico hablando de temas profundos, como le gusta a Ana, en un pupurrí de idiomas que acabó oficializándose en francés, vete tú a saber porqué. Una noche de baile Forró con actuación en directo fue la guinda de tan lindo encuentro.
- Ronaldo y Renata: En su carro, a ritmo de bossa nova, nos llevaron a playas que nunca hubiéramos conocido de otra forma. Tomar el Sol, hablar de viajar y comernos unos enormes pescados con paisaje compusieron otro día inolvidable. Con las ganas nos quedamos de volver a verlos, pero supongo que la próxima vez será en España, así que Ronaldo y Renata, id adelantando en vuestra lista el viaje por la tierra de paellas y ricos vinos, que os estaremos esperando con los brazos abiertos.
Antes que los paisajes, las culturas milenarias, la comida o la farra, lo que más me llevaré de vuelta a España será lo que me dejó la gente con la que me crucé en el viaje. Muchas gracias a todos aquellos que os dejásteis caer en nuestras vidas, os llevamos dentro. Pero todavía quedan más amigos, no sin antes...
Ilha Grande
Una isla sin coches, con playas por todas partes, algunas de ellas entre las más increíbles que vi nunca. Monos, ardillas, hormigas peleonas y pájaros de mil colores, hasta pingüinos. Isla grande es... uno de esos lugares.
Pasen y vean. Más fotos aquí.
Otra vez Río, traca final
En Isla Grande compartimos grandes momentos con una pareja muy especial: Fernanda y Carlos. Fernanda, carioca, Carlos, granaíno, enamorados qué importa la distancia. Estos dos nuevos amigos, aparte de compartir su casa en Río, nos dejaron sabor a risa, samba, churrasco, fútbol y psicología. Buen rollo carioca-andalusí para el recuerdo. También sueño con que algún día nos volvamos a ver, quizá en España y seguro los cuatro. Muchas gracias guapos, y abracísimos pareja brasiñola, nunca os olvidaremos, ni tampoco a vuestro Brasil.
Así es, una vez más. El mundo te acoge cuando le tratas con el cariño y el respeto que se merece. Una vez más, una sudamérica de contrastes, porque en Río también hay favelas, una mendicidad desorbitada, violencia, terror. Se ve ahí mismo, no se puede ocultar.
Mi arma es la sonrisa. Intentar dejar alegría allá donde vaya. Llamadme iluso, pero estoy seguro que los portadores de alegría podemos cambiar el mundo, aunque sea poquito a poquito. Si no, haced la prueba y veréis como aparecen una María y una Elena, un Ronaldo y una Renata, una Fernanda y un Carlos, que os siguen cargando la batería para no dejar de sonreir y luchar ante un mundo tan duro y desconcertante.
Dedicado a mis fuentes de energía. Até a proxima.
FER
miércoles, 15 de octubre de 2008
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1 comentario:
Pues que decir de Brasil Fer..q tantas veces no te haya dicho ya! Me alegro q al final esa superguia que te regalamos con tanta ilusión.. (y pensando en brasil especialmente jeje) te fuera útil, y más aún, que los dos hayais descubierto juntos el encanto de este pais y de su gente, un besazo Fer & Blanca!!
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