viernes, 24 de octubre de 2008

El final de un sueño sin despertar

Sobrevolando el Océano Atlántico, me dispongo a escribir las que serán, supuestamente, las últimas líneas del viaje, que pasaré al blog, supongo desde nuestra casita en Lavapiés (así es).

Cuando vuelva encontraré el equilibrio: he de devolver las siete horas que me prestaron, compensar las despedidas con bienvenidas y pasar de la morriña y el disfrute a la cercanía y la nostalgia. Imagino que tras una sucesión de encuentros y nuevas emociones, empezaré a darme cuenta de que he vuelto y de la aventura que he vivido, pues ahora mismo siento como si siguiera rumbo a algún otro lugar, aunque al fin y al cabo sea siempre así, pues la vida no es más que un gran viaje a diferentes lugares, del mundo, de la mente, del corazón.

A unos cincuenta minutos para aterrizar en Madrid, de lo que estoy seguro es de que la decisión de hacer este viaje fue... perfecta. Al principio me planteé mucho si así lo era, desencuentros con la Sociedad, pero tras seis meses de encuentros, paisajes y diferentes realidades, ahora sé que ésto era lo que realmente yo quería vivir. Elegí esta parte de mi vida a mi estilo y al del que los nuevos mundos me indicaran, así es como partí a volar hacia mi destino, nunca más arrastrarme a por él. Como también elegí pasar los últimos días de la aventura en el país que me vio nacer de nuevo: el lindo Ecuador, y su linda gente: Elio, Juanjo, Gina, Tikayri, Kris... y una mención especial para la Paty, y para su familia, que me acogieron en su casa como uno más. Pati, sigues siendo mi mejor amiga en América, incuestionable.



Estos días en Ecuador, aún siendo el sabor a despedida, no dejaron de ser memorables y únicos, pues este país no defrauda sino que se supera. Aparte de pasear y trotar por los recuerdos quiteños, pude conocer a un nuevo amigo, el gran Juanjo; pude ver el otro lado de Quito desde el parque Metropolitano; por fin probé el mítico canelazo y al amigo Cuy; visité la ciudad de Baños.

Baños se cayó en la ladera de un volcán activo, de los que estallan algunos días impares, y no arrasan con la ciudad porque cierta Virgen les protege y ya tiene que estar con agujetas la mujer. Además de este detalle, otras montañas verdes espectaculares rodean Baños y, como su nombre indica, existen multitud de baños termales para meterse hasta de noche en la sopita calentita. Enormes cascadas, balnearios con masajes, jacuzzis y acceso a amplia variedad de deportes extremos. Entre ellos... ¡puenting! Así que allá voy...



Además, en Baños hay una buena farra y unos chavales espectaculares que compartieron su casa para que Pati y yo pasásemos la última noche: Ovidio y JuanK ¡gracias, locos!

Después de todo este tiempo, sé que faltan cosas por hacer: conocer más rincones de Ecuador, adentrarme en la selva en busca de chamanes, llegar a los glaciares argentinos, los lagos chilenos, el fin del mundo, y, vencer al maldito Pichincha que nunca se dejó ver. Siempre hay que dejar cosas por hacer para tener que volver, que así sea. Aunque tengo otras muchas razones para hacerlo.

Estoy viendo España a través de mi ventanilla. Se acerca el final de una historia. Fui a América a por historias y ahora una acaba, para que puedan empezar otras que sigan haciéndome sentir vivo y con razones para sentirlo más que nunca.

No quiero despedirme sin antes resumir en un poema de Benedetti algunos de mis sentimientos. Hay muchas razones para cerrar el viaje, el blog y esta dedicatoria a todos vosotros, los que me leeis, con este poema. Los que las saben, les llegará, los que no, espero que les llegue.

Sin más, me despido. Ha sido todo un placer.
Para cualquier cosa, nos vemos por el mundo.

NO TE SALVES

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma

no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios

no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana

y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo





FER

miércoles, 15 de octubre de 2008

Bem-vindo ao Brasil

Después de un tiempo, lo he encontrado para hablar de lo que fue nuestro paso por Brasil. Para aquellos que no hayan seguido con religiosidad este blog o quizá no recuerden, yo les refresco. Hace dos meses y medio y debido a las emociones de Blanca se generó la gran idea de recorrer sudamérica de lado a lado y no por la parte estrecha, para llegar desde Mendoza hasta Río de Janeiro, parando en Rosario, tierra natal del Ché y de paso del Paraná, y por Iguazú, ¡cuánta agua! Así que así, y con un viaje en autobús divertidísimo, de policias y traficantes, llegamos a ¡OI! Bemvindo ao Rio de Janeiro.

Los traficantes fueron detenidos sin mayor percance y nosotros, extras de esta película de acción que a veces es la vida, no podíamos imaginar lo poco representativa que fue la historia policial para lo que vendría después.

Siempre que me preguntaron si visitaría Brasil, contesté que Brasil debía de ser "otro viaje aparte". Lo sigo pensando. La música, los colores, la lengua, el sentir, me resultó muy diferente a lo visto hasta ahora en el viaje. Y aún así ¡vi tan poco! Brasil es enorme y tuvimos que conformarnos con dos lindos lugares: Río de Janeiro e Isla Grande. Pero lo dicho, ha de ser un futuro viaje en el que visitaré la selva más grande, el noreste de samba, color y dioses, desiertos blancos y más playas de caipiriñas. Los miles de rincones por descubrir...

Rio de Janeiro

Posiblemente, una de las grandes ciudades más hermosas de la Tierra y, sin duda, de las más emblemáticas ¿Cómo así? Fácil. Primero, tiene playas legendarias: Copacabana, Ipanema, y montañas verdes tan cerca del mar que hasta algunas se meten a nadar. Ahora, imaginad una ciudad con un parque. Bastante habitual ¿verdad? Si no fuera porque éste tiene montañas, cascadas, monos y, entre otros atractivos añadidos, el famosísimo y nombrado "maravilla", señor Corcovado. Para los amantes de los datos, este bosque urbano (el más grande del mundo) se llama Foresta da Tijuca.
Estos atractivos naturales, un verano que dura todo el año y una cultura culinaria, musical y fiestera riquísima hacen de esta ciudad un hito fundamental para todo viajero que se precie.



Algo que siempre me impresiona de Sudamérica, allá donde voy, es la amabilidad y simpatía de sus gentes. Rio no fue una excepción, sino más bien al contrario, fue donde estas cualidades fueron más marcadas. A pesar de la barrera del idioma (que ya no estoy acostumbrado!) siempre hubo quien nos aconsejara, nos ayudara, nos indicara, nos saludara y nos hiciera sentir más cerca de ellos. No importa si la ciudad es grande o pequeña, que con la sonrisa puesta y el corazón caliente siempre tendrás gente que te ayude y aporte. Especialmente, tengo que nombrar a algunos genios que pasaron a papel protagonista en nuestro paso por Brasil:

- Ana y Elena: Un viaje en tranvía rebosante nos adentró en el corazón de la vieja Lisboa, como coincidimos Blanca y yo, en el barrio de Santa Teresa, con cervezas y aperitivos en un bar típico hablando de temas profundos, como le gusta a Ana, en un pupurrí de idiomas que acabó oficializándose en francés, vete tú a saber porqué. Una noche de baile Forró con actuación en directo fue la guinda de tan lindo encuentro.

- Ronaldo y Renata: En su carro, a ritmo de bossa nova, nos llevaron a playas que nunca hubiéramos conocido de otra forma. Tomar el Sol, hablar de viajar y comernos unos enormes pescados con paisaje compusieron otro día inolvidable. Con las ganas nos quedamos de volver a verlos, pero supongo que la próxima vez será en España, así que Ronaldo y Renata, id adelantando en vuestra lista el viaje por la tierra de paellas y ricos vinos, que os estaremos esperando con los brazos abiertos.

Antes que los paisajes, las culturas milenarias, la comida o la farra, lo que más me llevaré de vuelta a España será lo que me dejó la gente con la que me crucé en el viaje. Muchas gracias a todos aquellos que os dejásteis caer en nuestras vidas, os llevamos dentro. Pero todavía quedan más amigos, no sin antes...

Ilha Grande

Una isla sin coches, con playas por todas partes, algunas de ellas entre las más increíbles que vi nunca. Monos, ardillas, hormigas peleonas y pájaros de mil colores, hasta pingüinos. Isla grande es... uno de esos lugares.

Pasen y vean. Más fotos aquí.







Otra vez Río, traca final

En Isla Grande compartimos grandes momentos con una pareja muy especial: Fernanda y Carlos. Fernanda, carioca, Carlos, granaíno, enamorados qué importa la distancia. Estos dos nuevos amigos, aparte de compartir su casa en Río, nos dejaron sabor a risa, samba, churrasco, fútbol y psicología. Buen rollo carioca-andalusí para el recuerdo. También sueño con que algún día nos volvamos a ver, quizá en España y seguro los cuatro. Muchas gracias guapos, y abracísimos pareja brasiñola, nunca os olvidaremos, ni tampoco a vuestro Brasil.



Así es, una vez más. El mundo te acoge cuando le tratas con el cariño y el respeto que se merece. Una vez más, una sudamérica de contrastes, porque en Río también hay favelas, una mendicidad desorbitada, violencia, terror. Se ve ahí mismo, no se puede ocultar.
Mi arma es la sonrisa. Intentar dejar alegría allá donde vaya. Llamadme iluso, pero estoy seguro que los portadores de alegría podemos cambiar el mundo, aunque sea poquito a poquito. Si no, haced la prueba y veréis como aparecen una María y una Elena, un Ronaldo y una Renata, una Fernanda y un Carlos, que os siguen cargando la batería para no dejar de sonreir y luchar ante un mundo tan duro y desconcertante.

Dedicado a mis fuentes de energía. Até a proxima.

FER

domingo, 12 de octubre de 2008

La jungla

La jungla, y nosotros, pero la jungla...



Siempre verde, muy Verde, árboles sin fin, lianas eternas, helechos y flores, enormes mariposas, monos divertidos bailando y brincando, loros que comen palmeras para que mueran y loros que comen las palmeras ya muertas, árbol que envuelve a árbol que envuelve a árbol, cocodrilos que se reconocen en la oscuridad por sus ojos rojos, no, son caimanes. Tarántulas que salen y las que no salen porque se están cambiando para salir, avispas, mosquitos, no tantos. Vida, mucha Vida. Sonidos siempre pero especialmente al atardecer, sonidos de la naturaleza y otros que no parecen naturales, Todo, salvo silencio.

Un lago de sueños de atardeceres y amaneceres, lobos de mar o de río o... nutrias gigantes, que no amanecen, todos los pájaros sobre el lago de nombres irrecordables, salvo garzas o serpientes y algunos prehistóricos, y bajo las aves, rompiendo el reflejo de palmeras y verde infinito, los nenúfares con flores tímidas pero farreras, pues salen todas las noches.



Olores, sabores, papaya con dulce de leche, valiente combinación, sensaciones, picores de otros zancudos, sudor y calor, mucho calor, solución con agua fría y una fuente helada o una ducha sencilla. El placer de lo sencillo, de lo auténtico, calidez a la luz de las velas y al encontrar tierra fértil bajo los pies descalzos, pero ¡cuidado! las hormigas respetan su trabajo por encima de todo y no dejarán que lo pisotees. Hormigas soldado y hormigas porteadoras de hojas grandes para alimentar a su alimento, rojas, blancas, negras, cabezonas, rápidas, lentas, voladoras, hormigas puente y cúmulos de hormigas. Una hormiga no es nada pero todas juntas, pensando a la vez, qué poder, qué unanimidad, qué comunismo, realidad utópica pero mejor que otras, o no, o si, el placer de discutir.

Remar en el lago Sandoval, irse por las ramas, acostumbrarse al sonido del crujir de hojas oculto bajo todos los sonidos, sudar sin parar pero con gusto, correr como muchos años antes, un diluvio cuando ya no importa, escuchar todo, mirar al cielo y no verlo o encontrarlo en su esplendor, buscando La Cruz del Sur...

... y un Oso Perezoso, a lo lejos.



Dedicado a mis amigos Adolfo, Rákel y Sarita, que se dieron y me dieron el placer de acompañarme durante unos días para conocer y disfrutar el paraíso peruano.

jueves, 9 de octubre de 2008

El Tahuantinsuyo

El momento tan esperado, la llegada al Ombligo del Mundo: Cuzco.



El Dios Wiracocha engendró a sus dos hijos, Mama Ocllo y Manco Capac, del lago Titicaca y les encomendó la misión de salvar al mundo de la barbarie. Caminarían sin descanso hasta encontrar el lugar a partir del cual crearían un nuevo imperio. Este sitio sería aquel en el que el Cetro Sagrado fuera clavado enteramente, tierra fértil sobre la que empezar desde cero una misión legendaria...
Y este sitio fue Cuzco, el centro, el ombligo, lo que sería la civilizacion más grande de toda América hasta la llegada de los colonos españoles.

Empezaron siendo un pequeño grupo de guerreros, adoradores del Sol, herederos de Tihuanacu. El noveno jefe, el Inca Pachacutec, sería quien tras vencer en una batalla imposible contra sus enemigos los Chancas, comenzó a expandir su imperio, que pasaría a llamarse Tahuantinsuyo (las cuatro naciones). Como sucedió con Roma mucho antes, en Sudamérica todos los caminos llegaban a Cuzco. El imperio se extendió por Ecuador, Colombia, Bolivia, Chile, Argentina... Todos los pueblos veneraron la PachaMama (la Tierra) y al dios Inti (el Sol), les cuidaban para que éstos les dieran protección.

No es oro todo lo que reluce, aunque oro les sobrase a los Incas. Fueron conquistadores, y aunque optaron siempre por el diálogo como primera opción, si el pueblo a conquistar se resistía pasaban a la fuerza. Sus ansias de expansión hicieron que se extendieran enormemente en muy poco tiempo, lo que no permitió que la cohesión entre los pueblos estuviera afianzada, lo que los españoles utilizarían para su cruel conquista. Pero con los Incas, como con todo en la vida, hemos de quedarnos con lo bueno para así poder seguir su ejemplo: el culto y veneración a la naturaleza promovía un respeto total a ésta, consiguiendo extraer el alimento de la forma más responsable posible ¡cuánto deberíamos aprender de esto!

El primer observador que aterriza en Cuzco ve una ciudad colonial preciosa y repleta de piedras y ruinas. Poco a poco, con la ayuda de libros, guías y sobre todo, imaginación, uno empieza a levantar casas, templos, toneladas de piedras, piedras de toneladas, costumbres, civilizaciones, guerras y leyendas, Sacsayhuamán, Koricancha, el Centro del Mundo.

Los cuatro amigos recorrimos el Valle Sagrado visitando las ruinas de Pisac, Ollantaytambo y Chincheros, ejemplos de la magnificencia de los centros ceremoniales y, sobre todo, de los emplazamientos elegidos por los Incas. Aquí hay una foto de muestra, del antiguo pueblo de Pisac:



Para concluír a lo grande nuestra odisea andina, el plato fuerte, las ruinas de Machu Picchu. Dicen que ahí fue enterrado Pachacutec, dicen que se llevaron allí a los últimos Incas para que los españoles no saquearan sus cuerpos y que finalmente los españoles llegaron, y encontraron que los cuerpos de los reyes ya no estaban. En cuanto a mí, no sé lo que pasaría allí en su día, pero es bien cierto que cuando llegas al lugar la imaginación vuela, la respiración se corta, la pasión se desmadra. La vista desde lo alto de Huayna Picchu es una de esas cosas que no se olvidan, por mucho que vivas, probablemente de las mejores escenas que he visto en éste mi Viaje por Sudamérica. Como alguien dijo antes que yo: "Un orgasmo visual".

Ahí dejo la foto postal (más fotazos, aquí):



FER

martes, 30 de septiembre de 2008

Perú con colegas

Tras una larga ausencia, un intenso viaje y sensaciones que ahora aparecen dispersas, vuelvo al blog para poner todo en orden y que vosotros sigáis enterándoos de mis andanzas.
Un 13 de se(p)tiembre de este mismo año, viví una sensación magnífica: Un reencuentro. Con mis amigas de toda la vida, Sara y Rakel. Además he tenido la oportunidad de conocer a la pareja de Rakel, Adolfo, que se apuntó también. Los cuatro nos dispusimos a vivir unos días intensísimos por Perú.
El reencuentro fue apoteósico. Imaginad lo que pasa cuando amigos que se quieren se ven bien lejos de casa después de largos meses. En una palabra: subidón.



La misión era clara: 17 días para hacer la ruta gringa del Perú: de Lima a Cuzco y demás añadidos que se nos ocurrieran. Apretado pero posible, allá vamos con los paraísos peruanos.

Lima

Ésta es una ciudad que siempre está nublada aunque nunca llueve, al menos en mi mundo de visitas a Lima. Allí viven unos cuantos millones de personas, algo revueltas, y presenta el típico caos de toda capital sudamericana que se precie, con su conducción frenética, los voceros de las combis animadísimos (¡¡suban, suban!! ¡¡bajen, bajen!!), sus vendedores ambulantes aquí y allá (¡¡papas, papitas!!), sus raterillos y sus infinitas opciones.
Arroz chaufa, servesitas, papaya madura, ver el Pacífico y una cámara menos donada para la causa de los raterillos de las casas de colores limeñas. Así a bote pronto es lo que se me ocurre recordar de Lima. Pero sobre todo la primera impresión de mis amigos, aquella del que llega a un sitio tan distinto y se empieza a dar cuenta de que algo grande acaba de empezar.

Velocidades del desierto (Huacachina)

Rumbo a un sitio exclusivamente gringo y muy, muy divertido. Se componía, intentando dar una breve descripción, de lo siguiente: una laguna rodeada de hostales rodeados de dunas de arena fina inmensas. Algunos detalles: la laguna estaba también rodeada de leyendas como que todos los años se traga a alguien (durante nuestra estancia no sucedió, creo) y que una princesa sale de vez en cuando a cantar, o que lloró por la pérdida de un príncipe y creó la laguna con sus lagrimas. Supongo que todas las lagunas del mundo vienen de las lágrimas de alguien, porque siempre cuentan la misma leyenda. Cuando el río suena...

Allí, en Huacachina, donde también bebimos Cachina, nos deslizamos con tablas por dunas descomunales pasando un rato de miedo y diversión confundidos. Además, los buguis (así lo oigo, así lo escribo) o autos del desierto, nos llevaban a velocidades absurdas. Sensaciones de arena con el viento a favor.

Ah! Curiosamente, el mismo día que estuvimos en el desierto también vimos leones marinos y pingüinos, porque éste es un país de contrastes.




El cañón del Colca

Desde la bonita ciudad de Arequipa, al pie de un volcán (¡cómo les gusta a estos andinos dormir cerquita de los volcanes!), partimos a una gran excursión hacia el cañón más profundo del mundo, o no, porque es otro al lado que tiene 150 m. más, o sí, porque se han hecho nuevas medidas. Bueno, opiniones diversas, pero profundo era.

Dormimos en un pueblecito de los auténticos, llamado Yanque, en un hostal increíble, llamado "La bella flor" o similar (MUY RECOMENDABLE) donde comimos la mejor sopa de Quínua del mundo, posiblemente, y bistek de Alpaca riquísimo. Desde Yanque hicimos una excursión en la que nos paseamos solos por una antigua ciudad precolombina y nos bañamos en aguas termales calentitas, calentitas.
A la mañana siguiente tomamos un bus para llegar pronto a un lugar que se llama "Cruz del Cóndor". Allí, de 8 a 10 salen cóndores a que los turistas les hagan fotos. Como llegamos a las 9:00, pues los vimos bien cerquita, majestuosos como son, oyéndoles cortar el viento. Maravilloso.



El lago

¡De vuelta al Titicaca! Aunque no me llené de misticismo como en Bolivia, nuestro paso peruano por el lago nos permitió disfrutar de hermosas vistas, de la presencia de fiestas y bailes continuos en Puno y de las visita a las extrañas islas Uros, que merecen otro párrafo.
Éstas son unas islas hechas de totora, unas cañas que crecen en el lago. Pues con tierra y estas pajitas se hacen las islas, de manera que quedan, literalmente, flotando en el lago. La gente que vive acá son los Uros y llevan viviendo en las islas flotantes desde tiempos remotos. Ahora se dedican casi exclusivamente al turismo, y es que la visita merece la pena, sobre todo cuando las islas empiezan a ondular por las olas del lago. Sólo por la sensación de pisar el suelo del lugar merece la pena la visita.



Rumbo a Cuzco

Por fin llegaba otro de los momentos memorables de mi viaje. La llegada al ombligo del Imperio Inca, El Cuzco.
Desde que empecé a pensar en mi viaje, empecé a leer sobre la civilización más importante de América, cuyo centro de actuación es la ciudad de Cuzco, y sus misteriosos templos: Koricancha, Sacsayhuamán, el Valle Sagrado, MachuPichu.
Todo llega...

FER

domingo, 21 de septiembre de 2008

El lago sagrado



Dicen que fue en este lago desde donde partieron los primeros Incas, Mama Ocllo y Manco Kapac. Un lago creado por las lágrimas del dios Sol al ver las desgracias del mundo, él fue el que envió a sus dos hijos para que volvieran a empezar tras el gran diluvio, y ellos clavaron su cetro en la que ahora es Cuzco. Desde ahí empezó todo, la creación de una civilización como nunca antes se había visto, con la luz del Sol como dios guía llegarían a todos los rincones empapando a todos los pueblos de su cultura y de su verdad.

Y allí donde empezó todo, es hacia donde me dirigí para pensar en esto y aquello, y reposar tras la descarga de energía y adrenalina de todas las aventuras por Bolivia.

La Isla del Sol, fue el refugio del Sol y la Luna durante el gran diluvio, desde donde partieron los hermanos Incas, el lugar donde se entremezclan todas las historias. Leyendas que hacen del lugar un sitio místico, perfecto para pensar, el sitio que, desde hace meses, sabía que tenía que alcanzar.

Allí llegué, me alojé en la Casa de Alfonso, otro místico del lugar, y pasé dos días paseando entre vacas, chancos, pollos, hippies, indígenas aymaras, niños con moquillos y las orillas de una masa de agua que parece un espejo de plata. Todo este entorno evocó, con alguna inspiración de ayuda, a aquella ciudad de plata en el lago formados con las lágrimas de los Ayayai, en otra Historia Interminable.



Un espejo de azul plata, que cuando se mete el Sol se enfurece, ruge con rabia, no quiere que su dios desaparezca de nuevo en otro cataclismo y por eso se asusta. Pero al amanecer, cuando Inti se asoma de nuevo, es un renacer y vuelve a ser esa superficie de magia que todo lo llena.

Dio resultado el lugar como fuente de inspiración, así que me fui con las pilas cargadas de nuevo a Perú, a juntarme con Adolfo, Rákel y Sarita, para juntos llegar al Ombligo del Mundo, Cuzco y un sinfín de aventuras más. Pero esto ya es otro capítulo...



Saludos místicos!!!!

FER

jueves, 11 de septiembre de 2008

Andando los Andes

Hola amig@s!!

De nuevo estoy solo, aquí con mi ordenador, acordándome de momentos míticos y de lo especial que fue el viaje a Bolivia. Sin duda, el país que más me ha impactado, por las diferencias, frenesí, pobreza, alegría, folklore y... sus paisajes. Esta entrada habla sobre las aventuras que Ka y yo pasamos en las montañas bolivianas. Una tienda de campaña, sacos, comida básica y a tirar millas, ¡¡¡la montaña nos esperaba!!!

Nuestra innovadora ruta, recopilación de dos guías y con mapas muy básicos, fue la siguiente, a grandes rasgos: Palcoma-Chokekota-Camino Takesi-Mina Chojlla.

Palcoma-Chokekota (o como se escriba)

Ésta fue la parte más salvaje de nuestra ruta, empezamos fuerte. Dos días completos de subir, subir, subir por un valle, para luego bajar, bajar, bajar, pero por otro valle. El momento más mítico de esta parte fue el siguiente: en el mapa ponía que teníamos que pasar por tres lagunas importantes. Tras pasar la segunda (4400 msnm más o menos) empezó el problema de la altura, a partir de ahí teníamos que darlo todo. Y lo dimos, pero no dimos con la tercera laguna, la Kasiri. ¿Dónde está? Decidimos subir alto, muy alto para desde allí avistarla, sin éxito. Reventados de todo el día cargar mochila, subir tan alto, ver a las llamas tan campantes y nosotros echando el bozo, decidimos aprovechar las gotitas de energía que nos faltaban para montar la tienda y dormir. Ya en la cama nos planteamos que haríamos a la mañana siguiente un solo intento más, sino había éxito, nos volveríamos.
A la mañana siguiente nos levantamos con ganas. Tras desayunar un poco, dejamos la tienda puesta y nos fuimos de avanzadilla a investigar. Subimos rocas, atravesamos ríos, y siempre que subíamos una colina mirábamos con ilusión, pero nunca se mostraba. Cada vez más cerca de los nevados, de los glaciares, un esfuerzo más...

Llegados a un instante, de esos mágicos, dijo Ka:

- En la guía pone que desde la laguna se puede ver un glaciar, y eso es un glaciar... y eso, eso es... ¡LA LAGUNA!

Nos abrazamos, nos reímos y saltamos. Lo habíamos conseguido. Una masa de agua enorme, imponente, con gaviotas que nos saludaban y los nevados sobre nosotros. Desde allí se podía ver claramente el paso de montaña que nos llevaría hasta el otro valle. Momento inolvidable.



La subida al paso de montaña fue muy dura, hasta los 4920 m, pero allí también tendríamos nuestra recompensa. Junto a los nevamos Illimani y Mururata, en un valle estremecedor, imponente, nos vinieron a saludar los reyes de los cielos andinos, los cóndores, en la que fue la primera vez que contemplé a tan majestuosos voladores.



Camino Takesi

Este camino fue recorrido, muchísimos años antes, por los míticos Tihuanacotas, por los Aymaras y por los Incas. Conecta el árido altiplano con la selvática región de los Yungas (donde se cultiva la coca). En ocasiones bien conservado, y por lo extraño del paisaje, no es difícil imaginar a aquellas personas dejándose el alma en "las autopistas andinas".

El mayor impacto fue el de pasar de la nada al todo. Del amarillo altiplánico al verde intenso, todo en un día. Observad el cambio:





Esa noche dormimos en una especie de paraíso llamado "El rosal de Don Pepe" donde os aconsejo llegar si alguna vez hacéis esta ruta. No lo podíamos creer, comimos calentito y nos lo trajeron a la habitación. Un paraíso con vistas al cielo.

Al día siguiente andar, andar y más andar, hasta el pueblo de Mina Chojlla, donde niños y mujeres manipulaban bandejas para obtener la plata que saliera de lo extraído a las montañas, y donde cientos de niños jugaban a fútbol en un campo enorme.

Aún nos quedaba la última aventura, en bus por las carreteras de la muerte que tiene Bolivia, con varias marchas atrás para llegar al hueco donde caben dos carros, y con hermosísimas vistas por la ventanilla... al abismo!!!

Conclusiones Andinas

Subimos hasta quedarnos sin aliento para saludar a los cóndores, acampamos perdidos de la humanidad, junto a nevados, lagunas, llamas, glaciares..., pasamos en un día del amarillo altiplano al verde yunga, dormimos en casa de aldeanos, nos alojamos en el paraíso, contemplamos parajes inolvidables, nos perdimos, nos encontramos. En definitiva, de lo que se trata todo esto: de VIVIR.

Gracias a la energía de esa amiga incalculable que es Ka. Si alguno de los que leen esto la conoce, disfrutad con ella, que es pura energía, vitalidad y muchas, muchas ganas. Si no la conocéis ¿a qué esperáis?

Lo mínimo es dedicarle esta entrada. Gracias Ka por un viaje tan pleno y emocionante. Las hojas de coca lo dijeron: la suerte está con nosotros, así que ya sabes ¡a comernos el mundo!


FER

domingo, 7 de septiembre de 2008

Potosí

Potojsi (¨Truena, revienta, hace explosión¨ )

Escenario de leyenda. De una leyenda cruel y devastadora que arrasó con la vida de ocho millones de indígenas. Gran causante de la riqueza europea. Una de las urbes más brillantes del mundo, por número de población, por iglesias y palacios, pero sobre todo, por la mayor de sus desgracias: la plata. Ahora ya no brilla, ya no queda nada de su riqueza, ya no hay apenas plata, se ha ido la gente, todo ha quedado en una triste historia, una de esas que hacen que nos avergoncemos del egoísmo que pudo haber, y que se refleja del pasado en el presente, en el que atrocidades como esta existen nada más encender el telediario, o para algunos otros, nada más nacer.

Ahora queda el escenario de lo que fue, lo pudimos ver. Sus decenas de iglesias, sus palacios, reformados o abandonados, la imaginación que evoca lo que pasó por esas calles y esas plazas. Hoy en día, se trata de un pueblo enorme, lindo y cálido. Conocimos a su gente, sus fiestas, su arquitectura, pero también la dureza del que sigue siendo el sector predominante en la ciudad: la minería, que ahora se dedica a recoger lo que en su día se apartaba.

El Cerro Rico, presente en todo momento en la visión de cualquiera que pasee por Potosí, ahora mucho más pobre, es y fue el escenario de toda esta historia. Con la llegada de los españoles empezó la devastación, utilizando la mano de obra de los indígenas en las condiciones más duras imaginables. Nosotros bajamos a una mina, vimos a los mineros, respiramos lo que allí se respira, andamos por donde ellos trabajan y, sería pretencioso decir que pudimos sentir por un momento lo que ellos sienten, pero salimos de allí con lágrimas en los ojos, y no por el metal que flota en el poco aire que circula. Esta historia de salvajismo ya escrita se sigue escribiendo día tras día, lo pudimos observar. ¿Algún día cambiará esto?


Chutillos 2008

Admitidme un giro total en el relato, que ya la cosa estaba muy seria.
Gracias a la agencia (Koala Tours) que nos llevó a conocer la dureza de las minas, y a acercarnos un poco más a lo que fue Potosí, se nos brindó la oportunidad de vivir otra de las caras de la humanidad: la festiva, la tradicional, donde convive el folklore durante año tras año, desde antes incluso de la llegada de los españoles: la fiesta de Chutillos.

La fiesta consiste, básicamente, en una serie de confraternidades que se juntan, ensayan durante meses tocando y bailando, y un buen día se disfrazan y bailan y tocan durante un recorrido por toda la ciudad, pasándoselo como enanos y mostrando, cada confraternidad, un trocito de la cultura de la ciudad, el departamento o el país que corresponda. El sábado es más autóctono, y el domingo más de todo Bolivia, e incluso de otros países. Van saliendo todas las confraternidades de una en una, pero sin mucho orden, haciendo su música y sus bailes. En definitiva, la lían gorda. Durante las 4 o 5 horas que dura el recorrido (recordemos que Potosí se encuentra a 4000 y algo metros sobre nivel mar) se ponen finos a coca y a todo aquello que el público innumerable que se da cita les ofrece, que suelen ser priva y aplausos.

Así que, las fotos dan fe de ello, la Ka y el Fer participaron de lleno en el festival explicado más arriba, tras dos días de agotadores ensayos, muchos sudores y risas. La confraternidad: los de turismo, claro; la música: sicuriada; el baile: sencillo; la coca: abundante; las risas y la buena onda: constantes.


Algunos personajes:

Beimar: Algo así como el líder del asunto, el que lo hizo posible. Un crack. No le gustó nada que Ka llevará las lentes puestas, pues flipaba con sus ojos.

Rolando (Fox): El papá. A pesar de la priva, la coca, y el desparrame general, él siempre mantuvo la compostura y la profesionalidad. Un maestro. Quizá por algo le llaman fox...

Rolando (el que baila): Cordial hasta el extremo. Nos agradeció cada 5 minutos nuestra aportación y nos dio la bienvenida cada 5 minutos también, alternados. Natural de Tarija. Siempre con un dicho popular en la boca y todo un pana.

Sarita (nuestra compi de bailes): Energía pura. Parece tranquila cuando está quieta, pero cuando empiezan a sonar los sicus, el no parar. Ella fue la líder del grupo improvisado que formamos los tres. Nuestro baile consistía en hacer que el público aplaudiera, se riera y, como mirara más de la cuenta, que saliera a bailar.

Rolando (el de InfoTours): La biblioteca en persona. Pregúntale lo que quieras de la cosmovisión andina, lo sabe; de música, lo sabe; de francés, un genio. Otro buen colega que hizo que además de bailar, aprendiésemos muchísimo de su cultura.

Y muchos más, que a causa del alboroto y las aportaciones del público no podemos recordar sus nombres, pero que para ellos va un gran abrazo, por permitirnos vivir desde dentro una experiencia como ésta.

Los pelos de punta al recordar la emoción vivida pasando por las calles de Potosí aquel sábado de Chutillos. Os dejo con una fotillo de la gentucilla con la que nos codeamos, y con una estrofa de alguna de las canciones en la que dejamos nuestras gargantas:


Muchachita, flor de cáctus,
pedasito de mi corasón,
tú me has querido, tú me has amado,
con todo el corasón.

Flor de cáctus, ilusión de amores.

Besotes!!!!

Ka y Fer

domingo, 31 de agosto de 2008

Aventuras saladas

Hola gente!!

De nuevo con nuestras aventuras bolivianas. Esta vez pasamos por el salar de Uyuni y la reserva natural de Eduardo Navaroa. Y completando con paisajes salados, el pueblito de Llica. Ahí va:


Desiertos blancos y lagunas de colores

De La Paz llegamos a la ciudad de Uyuni, y allí, como todo pibe, nos apuntamos a un tour que empezaría por el salar y acabaría abajito, junto a Chile. Nos adentramos allá donde nos lleva la imaginación cuando pensamos en otros planetas, lugares que sentimos ilusorios. Descubrimos que es en Bolivia donde se vuelven reales y aquí está la prueba.

La primera gran impresión fue el salar de Uyuni: 12000 km cuadrados de sal, inmensidad blanca. Tan grande era que nosotros nos sentíamos chiquitos ante tal mole:




En mis fotillos podéis ver algunas de esta maravilla natural y más fotos divertidas de los pequeñuelos Ka y Fer.

La primera noche dormimos en... ¡un hotel de sal! El suelo, las camas, los bancos, las paredes... sal. A mi me pilló con hambre y no perdí la oportunidad de saborearlo:



A la mañana siguiente, rumbo a la Laguna Colorada. En el camino atravesamos otras lagunas espectaculares, llenas de flamencos, y lugares fascinantes. El frío intenso no nos impidió apreciar tal extraño lugar, de tantos colores entremezclados: el blanco del hielo y el vorax, el rosa de los flamencos, el azul reflejado del cielo en las lagunas y el marrón rojizo del paisaje volcánico, todos ellos en un abanico que nos hizo pensar varias veces que estábamos cerca de un sueño. Hasta que despertamos y nos dimos cuenta que el sueño era precisamente eso que estábamos viviendo, paisajes de altura a la altura de nuestros deseos, o unos metros más. Y tan bien acompañados...



Llegados a la Laguna Colorada, una de fatiga para subir a la colina y ver el atardecer, con el mareo de los 4900 m. pero con la ilusión de otro reto superado. Poco a poco, nuestra aclimatación hacia efecto. Pero faltaba aclimatarnos al frío. El alojamiento elegido por la agencia para esa noche resultó ser (nos avisaron previamente) un alojamiento básico, así que gracias a nuestros sacos pasamos frío lo justo. Lo peor fue por la mañana, cuando nos levantamos como estipulaba el programa, a las 4:00 para ver el Sol de Mañana. Nuestro guía y chófer, durante la noche, decidió beberse el madrugón y cuando nosotros le encontramos, él estaba perdido. Así que nos tuvimos que conformar con el amanecer en la la laguna colorada, a -15º según marcaba el termómetro antes de pararse.

Finalmente salimos a las 8:00, entre la tensión creada por el percance del guía y los paisajes de altura que nos acompañaban, recordando lo visto y vivido, y siguiendo con las maravillas: Laguna Verde con la mole del Licancabur y un bañito de agua volcánica para asentar todo esto.

A la llegada a Uyuni, nos compensaron por el incidente del amanecer de nuestro guía, creemos que a costa de su sueldo. Es una lástima que habiendo sido servicial y correcto durante todo el viaje se dejara engañar por el trago. El alcohol es una lacra que azota con especial fuerza esta parte del continente, en gente arrastrada por la tradición mezclada con las duras circunstancias. Espero que poco a poco, y con la ayuda de todos, la educación venza esta difícil situación.


Llica y su volcán

De vuelta del tour, nos lanzamos a una buena aventura, eso sí, ahora nada turística: Llica. La llegada a este pueblito nos impresionó, como si no hubiera pasado el tiempo por allá. Poco a poco fuimos descubriendo el lugar y nos dimos cuenta que tenía más cosas de las que pensábamos. En principio, lo que a nosotros nos interesaba era un volcán, que se mostraba majestuoso frente a nosotros: el Sapajo. Más tarde sacaríamos sabor, además, de los asaditos de llama de doña Silveria, de las conversaciones de nuestra casera doña Amelia y de los paseos por aquel lugar tranquilo donde las casas de dos pisos son de la gente importante.

Con ayuda de un coche de buenos vecinos lugareños, salvamos el aburrido camino hasta Peya, lindo pueblo casi abandonado, encerrado entre colinas y cáctus. Seguidamente, la extenuante subida al Sapajo fue una lucha contra la altura. Llegamos hasta la mitad del volcán, que fue siempre nuestro objetivo, aunque siempre mirásemos con envidia la cima.


La visión que nos ofreció este punto fue el de los dos grandes salares: Uyuni y Coipasa. Desde las alturas, como siempre, el paisaje se extiende y puedes vislumbrar, casi entender, la magnitud de la naturaleza y una vez más, nuestra insignificancia (material, que no espiritual, que tuvimos que poner mucho de alma para llegar hasta ahí).



Al día siguiente, el hecho de que el autobús de vuelta a Uyuni estuviera lleno, nos permitió conocer un secreto, el que ahora os confío.

Como teníamos que aprovechar la mañana, pedimos consejo a los lugareños. Éstos, muy amables y conversadores como siempre, nos recomendaron ir a Ulo (el secreto). No lo encontramos en Internet ni en ninguna guía, así que iríamos como pudiésemos a ver lo que fuera tal lugar. Sabíamos de antemano que no nos defraudaría, como todo aquello que se acomete sin conocer pero con fuerza.

Gracias de nuevo a la amabilidad, conseguimos llegar a destino. Un estremecimiento de la tierra de lejos y un enorme camión de cerca nos llevó más cerca del lugar, salvando los kilómetros que casi seguro nos habrían hecho perder el autobús de por la tarde, o la visión de Ulo. Tras treinta minutos más de marcha, giramos una esquina y nos lo encontramos:

Un enorme cráter inmenso creado por un meteorito, con una base de sal, solitario, a salvo todavía de la avalancha de turistas que le profetizamos y que más tarde, ya en Potosí, nos confirmaría para el 2010 una organizadora turística, esperemos que para bien del maravilloso lugar llamado Llica.

Así que esto y mil anécdotas más fue Llica. Aquel pueblo donde fuimos los famosos gringos que se alojaron en la alcaldía municipal y que tanto les gustaba internet. Que amaban andar sin temor a la puna y que vivían... "quién sabe donde estará España".

jueves, 21 de agosto de 2008

La... ¿Paz?

Primero, disculpadme por no seguir el orden cronológico del viaje, ya que en esta ocasión me tomo la libertad de saltarme el capítulo de Brasil. Para todos aquellos (en especial a la gente que conocimos allí) que lo estaban esperando, deciros que lo bueno a veces se hace esperar y que intentaré, en unos días o quizá en meses, describir lo que Blanca y yo vivimos allí.

Ahora estoy demasiado emocionado con la intensidad de la ciudad de La Paz, como para no dedicaros estas líneas.

Lo primero, que mi compañía cambió en Buenos Aires. Mi niña del alma se fue a Madrid a seguir haciendo realidad nuestros sueños... Y aparece nueva compañía... ¡¡Ka!! (Para la gente de Ecuador, más conocida como "la Carito"). A continuación, una fotillo de nuestro encuentro en Buenos Aires.



Después de varios trayectos... llegamos a La Paz, bien entrada la noche. Como dijo un viajero que se nos cruzó... parece que se ha caído el cielo. Desde el aeropuerto, a 4000 metros de El Alto, hasta La Paz (3600), nos deleitamos con las miles de luces que escalaban la ciudad, por donde quiera que mirases.

Tomar aire, que la altura se nota. 3 escalones y ya hay que parar a descansar. Despacito, sigiendo buen ritmo. Dejarse llevar. Bienvenidos a Bolivia. Bienvenidos a La Paz.



Tuvimos conversaciones politiqueras con el dueño del hostal, obligadas tras la situación que se vive en el país, y esperemos que se arreglen que lo último de lo último ha de ser la pelea entre hermanos.

Muchas sensaciones juntas en la llegada hicieron difícil conciliar nuestro sueño. Más por Ka que vivía más adelantada en el tiempo. En nuestro tercer día podemos afirmar que ya podemos dormir bien y que podemos subir hasta 5 escalones sin cansarnos.

Al día siguiente nos lanzamos a vivir la ciudad: desayuno rico (mate de coca y salteñas, ambos imprescindibles) y a dejarnos llevar. Detrás de la céntrica plaza de San Francisco hay un mercado. Comienza con el mercado de brujería, donde puedes encontrar remedios para todo, Ekekos y fetos de llama, entre otros. Para los curiosos, los fetos de llama se entregan como ofrenda a la Tierra o Pachamama para honrarla, y los Ekekos son unos muñecos con bigote a los que también se les hace ofrendas, pero chiquitas: existen miniaturas de cualquier cosa que el Ekeko te concede si se las ofreces santificadas por uno de los sabios yatiris. Curioso el bigote del Ekeko, pues resulta que este personaje se volvío mestizo para burlar la presión de los españoles, allá por aquellos años de conquistas. De ahí que le saliera bigote.

Más arriba siguen calles y calles de mercado, muy indígena, y donde creo que puedes encontrarlo todo, preguntando, o perdiéndote. Compramos fruta, agua, y nos embarcamos en la primera furgoneta que decía "La Ceja", casi sin pensar. Ésta sube y sube, hasta que se acaba el mercado, y sigue más arriba, mucho más... Hasta llegar a "El Alto" (claro). Allí pudimos comprobar lo increíble de ésta ciudad: la palabra más adecuada sería "inestabilidad", cuando observas con cuidado que nunca acaban las casas, los volcanes imponentes, a esa altura, al borde...

Tihuanacu

Al día siguiente, fuimos a visitar las ruinas de Tihuanacu. Éstas pertenecen a la civilización del mismo nombre, que en su día fueron conquistadores y se extendieron a base de bien (lo que sería ahora sur de Perú, Bolivia, norte de Chile y norte de Argentina...). Cosas muy curiosas allí, relato algunas de ellas, y los que más sepan del tema o tengan tiempo para cotillear en internet, que me cuenten:

- Los Tihuanacus hicieron, allá como 1400 años antes de que llegaran los españoles, unas figuritas de cerámica de un personaje con bigote (español total, un Don Quijote diría yo), y un japonés perfecto. Y yo siempre pensé que los indígenas nunca tuvieron bigote, ni eran japoneses. Bueno, todo ese misterio unido a que el guía no le prestó atención a este hecho... Supongo que se trata de algún secreto que nos quieren ocultar.

- ¿Cómo llevaron esas moles de piedra hasta allí? Había piedras de cientos de toneladas, y como también es conocido, estas civilizaciones nunca inventaron la rueda. Bueno, como hay explicación para todo, se ve que el lago Titicaca antes era mucho más grande (llegaba hasta Tihuanacu), entonces llevaron las piedras desde el lago hasta el centro ceremonial: ¡en islas flotantes! Sí, islas hechas de totora, que flotan, y así pueden llevar las piedras. Nuestro libro no se queda corto en la ensoñación, pues no dice nada de islas flotantes, sino que las traían usando troncos, ¡que cogían a cientos de kilómetros de allí, y cuesta arriba! Ahora queda preguntarse cómo traían los troncos...

- ¿Porqué nadie se pone de acuerdo? Nuestro libro nos habla de que los tihuanacus tenían 4 niveles en su filosofía: inframundo (serpiente), terrestre (puma), celestial(cóndor) y agua (pescado); el guía nos dijo que había 3 niveles, olvidándose del inframundo, ¿y la serpiente? Pues símbolo de la fertilidad... El libro dice que los tihuanacos pasaban del Sol, era algo más en el paisaje; el guía nos dijo que el dios supremo era el dios Sol y que aparecía por todos lados... Supongo que depende de quien te las cuente. Las conclusiones a las que llegamos son dos:

1- Nada es como dicen que es. Seguro que los tihuanacus creían en 5, 6 o más niveles, o en nada de eso.

2- Todo es cierto. Las historias de la boca de la gente, o de un libro, sean leyenda o no, son las que conforman y confirman todo este misticismo, así que creamos en ello. O como quieran.

Podría contar un sinfín de anécdotas más, contradicciones, asuntos inexplicables... Pero basta que elijáis cualquier civilización, indaguéis y descubráis los misterios que encierran. Por ejemplo, la civilización occidental: pensad un poco y veréis lo raros que somos.


Sensaciones

Almuerzos en la parte de arriba de los mercados, mokochinchi (bebida rica de durazno deshidratado), mate de coca, ensaladas de frutas infinitas; la timidez indígena, su tranquilidad, una calle de puros libros, siga no más, aquisito, caserito, ya...; 4000 metros de sensaciones; y el espectacular, único e inigualable Helado de Canela (con empanadas de acompañamiento, si gusta el señor).

Por último, contar que hoy conocimos a Doña Rosa, y nos echó las hojas de coca para ver nuestro futuro. La conclusión, con Ka y conmigo, fue la misma: tenemos y tendremos mucha suerte, siempre, así que con sonrisas plenas partimos felices de La Paz a nuestra siguiente etapa: los salares, volcanes, Potosí... Allí nos vemos.

No me puedo despedir sin dejar a Ka que ponga unas palabrillas:

menos mal que no he escrito yo pq sino el blog del Fer hubiera sido interminable!!! Bueno, deciros que la Paz es la cuidad "menos ciudad" que he visto hasta ahora.. es totalmente otra historia.. y cuesta pillarle el ritmo, la altura es la leche!!! Pero estamos los dos mu emocionaos.. y nos faltan días para hacer todo lo q se pudiera hacer aca! Un bso pa tos!!!!

Ka y Fer


viernes, 8 de agosto de 2008

Agua

Hola gente!!! En un enlace a la derecha, podéis ver lo bonito que quedaron las aportaciones para el segundo jueguecillo. Sois la caña todos, con vuestros comentarios, e-mails, cariños varios, etc, etc. Os mandamos, ahora desde Buenos Aires de nuevo, un abrazo enorme, enorme, y a continuación, sigo poniéndoos al día con nuestro viaje, aunque siga un poco desfasado.


Dejamos Mendoza y tomamos rumbo a Brasil, pero antes hicimos unas paradas, y todo eso es lo que se cuenta por aquí:

Salimos de Mendoza. Más y más kilómetros de bus para ir hacia el noreste. En Mendoza habíamos decidido hacia donde dirigirnos. Grandes dudas nos surgieron: Santiago, Córdoba, Salta... Pero algo mágico sucedió:

- Es verano, y no hemos estado en la playa ni en el calorcito. Me gustaría ir a la playa y al calor- dijo Blanca.

- Pero... aquí, en el hemisferio sur, es invierno, y hace mucho frío en los sitios de playa - dijo Fer.

- Algún sitio tiene que haber, aunque esté un poco lejos - insistió ella.

- Sí, hay uno - dijo Fer, con cierta ironía - Río de Janeiro en Brasil -. Tras ello Fer soltó una carcajada que venía a confirmar que lo dicho era una más de sus bromas, pues Río de Janeiro estaba mucho más lejos de lo probable (3400 km, por ejemplo).

- Perfecto, me gusta. Vamos - dijo Blanca, sin dudar, y manteniendo un semblante confiado que expresaba, de forma inequívoca, que ella no estaba de broma.

Primero lo asimilé, luego sonreí, ahora sin ironía, y me dije - ¿porqué no? - al fin y al cabo, ¿a qué he venido a América? Pues eso, he venido a jugar. Así que de locos, ¡¡¡rumbo a la samba!!! Gracias Blanca por dejar que la emoción guíe nuestro viaje.

De Mendoza a Rosario, ciudad natal del Ché, donde el general Belgrano, años antes de que naciera aquel soñador, levantó por vez primera la bandera argentina. Allí pasamos unas horas, comiendo lomitos en el río Paraná (que significa "parecido al mar" y es que es enorme), y otra vez a pasar noche viajando en nuestro amigo bus.

En dos noches y un día pasamos de las viñas y el "aquí nunca llueve" de Mendoza, a las palmeras y el "aquí nunca hace frío" de la selva. ¡Lo logramos! Nuestra huída del frío había llegado a su fin: chanclas, pantalón corto, manga corta, y a disfrutar del invierno argentino en ...

Iguazú

Ahora, voy a tomar un tono más serio en mi relato. Más que serio, sería solemne.
En Iguazú, lejos de ser diferentes e innovadores, fuimos a ver las famosas Cataratas.

Siempre nos hablaron de ellas. Ya en España, quién no oyó sobre las cascadas. En Argentina toda la gente insistía: "no os las podéis perder". Me imaginé uno de los sitios más turísticos de la tierra, hasta lo que conozco, lo era; me imaginé un montaje al estilo de un parque temático, así fue; siempre pensé que las hordas de turistas les restaría encanto, no lo se, nunca las vi sin turistas; pero lo que nunca se me pasó por la cabeza es lo que sentiría en aquel instante, lo que sentimos. Es una de esas cosas que no se puede explicar con palabras. Si recuerdo las que pronuncié: "Ahora lo entiendo todo", y puedo a continuación anotar aquella que el recuerdo me evoca. Una palabra simple, pero al mismo tiempo, inmensa:


AGUA

Agua:

1. Sustancia cuyas moléculas están formadas por la combinación de un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno, líquida, inodora, insípida e incolora. Es el componente más abundante de la superficie terrestre y, más o menos puro, forma la lluvia, las fuentes, los ríos y los mares; es parte constituyente de todos los organismos vivos y aparece en compuestos naturales.

2. Licor que se obtiene por infusión, disolución o emulsión de flores, plantas o frutos, y se usa en medicina y perfumería.

3. Componente intrínseco a las cataratas de Iguazú.

Cataratas de Iguazú:

1. Situadas entre Brasil y Argentina. Ver Agua.

martes, 5 de agosto de 2008

Una historia: Mendoza


Hoy he corrido durante una hora entre colibríes, monos, ardillas y palmeras, cuesta arriba y cuesta abajo, rápido, muy rápido, sintiéndome uno más de la naturaleza. Sintiéndome vivo. Por ello, me he acordado de Luis Jait, y de sus historias con excesos, y por tanto, recuerdo Mendoza, que no es más, ni menos, que la gente que allí conocimos. Con todo esto, permitidme que esta entrada tenga el formato de una carta dirigida a todas las increíbles personas que crearon "Nuestra semana en Mendoza". Ahí va:

Hola Diana, Luis, Gustavo, familia, amigos, o lo que es lo mismo, Hola Mendoza.

Escribo esto para deciros que cada vez que recordemos su ciudad nos acordaremos de ustedes. Cuando recordemos los Andes, pensaremos en Luis y su Aconcagua; cuando recordemos los restaurantes y ese chocolate, nos vendrá a la cabeza Gustavo; cuando recorramos de nuevo el gran parque en nuestros pensamientos, sentiremos el primer encuentro con Diana ¡Qué decir de cuando Blanca haga su segunda paella!

Pero también os escribo para recapitular lo que fue esa semana de sonrisa perpetua, para que toda la gente pueda disfrutar de esta historia y para que quede escrito para luego releerlo y recordar:

Empezó como suele empezar, en el terminal de omnibus. Tras conversaciones con los de la oficina de turismo y con nuestra guía, nos decidimos por un hotel en la calle España ¡Ole! Nuestra primera visita turística: la plaza de España ¡Ole! ¡Ole!
Pronto conocimos El Parque, ese gran parque enorme que tenéis en el medio, y allí disfrutamos por fin del sol eterno, pues no nos ha abandonado hasta ahora. Clima lindo el mendocino o al menos así fue con nosotros allá.

De un día para otro, cambiaría la historia de la ciudad para nosotros: el parque no sería nunca más el mismo parque, ni la plaza España, ni el hostal...
- Estoy cansada de hacer turismo en el que sólo vemos una parte de la ciudad, que es como si fuera la parte de mentira. Necesitamos conocer gente que nos enseñe la parte de verdad, o al menos de su verdad, que será siempre más interesante. Pero claro, no es tan fácil conocer gente... - dijo ella.
- Yo siento lo mismo que tú. Mmmm.... tengo una idea - dijo él.
Ahí recordé que tengo miles de amigos en todas las ciudades del mundo (todos los tenemos) a un solo click y elegimos a dos de ellos, siguiendo el consejo de nuestra intuición. Casualidades o destino, fuimos a dar con tío, Luis, y sobrino, Gustavo.

El primer encuentro fue con Diana, en su parque, en el lago. Gracias por ponernos al día en la actualidad política en un momento tan importante, y en prepararnos para empezar a asimilar lo que sería conoceros: conocer a una pareja que un día, sin estar tristes, decidieron confirmar su felicidad. Nos contaste como tu Luis subió el Aconcagua y le cambió la vida, cómo quiso escribir sobre ello, se convirtió en escritor y tú diste a conocer esos libros, y cómo aprobaste el examen de inglés porque lo hiciste sin miedo a suspenderlo, y mucho más.

Después vino Luis en persona, el gran Gustavo y unas pizzas "muy hechas". Y empezó la desmesura: Gustavo, con vos pasamos un día grande viendo los Andes más altos, más cerca. Esa noche y las que vendrían, dormiríamos en el apartamento que nos dejaste, mil gracias. Mexicanos, risas mil, una carrera agotadora en el parque y todas esas anécdotas que viviste o te contamos hicieron que los tres pasásemos con muy buena onda. Andate tranquilo, viajá por Sudamérica, que yo iré antes contando que de Mendoza llega un cuerpo "casi" perfecto ;)

El único día solitario, pasamos entre vinos, bodegas y bicis. Que curioso, ¿no Luis? Al fin y al cabo estuvimos contigo.

Un mínimo detalle para agradecer tanto: pensamos que sería justo hacer una gran paella ¡Ole! ¡Ole! y ¡Ole! Internet, memoria y el Mercado Central fueron los prolegómenos. Después ¡ A cocinar!

La paella nunca hubiera sido lo mismo sin la inestimable ayuda de Raúl y Humberto, mil gracias. Eso si, el aplauso se lo llevó Blanca, y es que es una maestra, no hay duda, ustedes lo vieron. Que lo vean ahora el resto:

Aún lamento, Gustavo, que se rompiera en tus manos el segundo coche en menos de 24 horas y que la grúa llegara después de que nosotros acabáramos con el postre...

Mando un saludo a los que no he nombrado y también cenaron. Me asombró vuestra cultura y desparpajo.

Al día siguiente despedida, traca final: café, tus libros dedicados, comida con Gabriel, Geraldine y familia, otro encuentro extraordinario, y despedidas con sabor a chocolate.

Sentados en el autobús, dirigiéndonos a otro país, Blanca y yo callábamos: aún estábamos saboreando lo vivido, seguros de lo mucho que había influido en lo que nos queda por vivir.

Hemos conocido muchas personas en este viaje y cada una de ellas es una historia. Luis, tú dices que buscas historias, y vives las tuyas: subiendo el Aconcagua, recorriendo Uruguay en bicicleta o haciendo viajes imposibles. Nosotros vivimos también nuestra historia: decidimos hacerlo hace tres años cuando empezamos a salir, y hace casi un año cuando decidimos volar y cumplir nuestros deseos. Son estas historias: el teatro, los niños, o correr durante una hora entre colibríes, monos, ardillas y palmeras, lo que nos hace sentirnos tan vivos, tan especiales, tan mágicos ¿Y sabes porqué somos capaces de lograrlo tan facilmente? Claro que lo sabes, te lo enseñó tu hijo y nos lo recordaste a nosotros:

¡¡¡¡ PORQUE TENEMOS GANAS !!!!

Con cariño,

Blanca y Fer

P.D. ¡Os esperamos en Madrid!






jueves, 24 de julio de 2008

Aventuras en la Patagonia

Mientras escribo el borrador de esta entrada, nos dirigimos hacia la ciudad de Mendoza, pero tenemos reciente lo que ha sido nuestro paso por la Patagonia, y algo de esto os cuento en lo que viene a continuación. ¡Que lo disfrutéis!

Así es, durante horas y horas de viaje, y más aún a causa de la niebla, nos recorrimos Argentina de este a oeste y llegamos a la increíble ciudad de Bariloche, para conocerla en un invierno sin nieve.

Llegamos bien entrada la noche y nos alojamos en el albergue "Achalay", que ha sido el mejor en el que nos hemos alojado hasta ahora. Se sucedieron dos días de lluvias y relax, donde nos resarcimos del viaje siguiendo sentados y viendo buenas pelis (como "V de Vendetta, que está buena), y vimos un partido de fútbol con el que España recuperó su bandera, y leímos, y demás.


Un día lunes salió el Sol y con él, nosotros, a descubrir el porqué cuando a los argentinos les preguntas por Bariloche siempre responden: "¡Relindo!".

Lo descubrimos. Es por esto:


Y por esto:



Fueron días de senderismo, de contemplación y de mucho frío. Sobre todo el día en el que a Blanca se le ocurrió la maravillosa idea de meterse en el lago. La cosa sucedió de la siguiente forma, si el susto no me impide recordarlo con precisión:


- ¡Mira que lago, es increíble! - dijo Blanca.


- ¡Uf! Sin palabras... - dijo Fer.


- Dan ganas de bañarse... ¡estoy por bañarme! - dijo Blanca, presa de la emoción.


- Pues yo había pensado lo mismo, así que voy "padentro" - dijo Fer, sin saber lo que decía, sin saber lo que hacía.


Entonces lo hice como se hacen estas cosas: sin pensar. Me quité dos mil capas de ropa mientras Blanca me aseguraba que lo que había dicho lo hizo sin pensar, que era invierno, que si acaso no veía las montañas con nieve, que si no sabía que los lagos se habían formado a causa de una glaciación... Pero yo no pensaba... ¡Al agua!


No voy a comentar mucho más sobre este incidente, sólo que sigo vivo y que eso era el infierno al revés. Eso sí... ¡no he vuelto a pasar frío!



Todo sigue, y por ello seguimos ruta, hacia Villa La Angostura. Éste fue el paso clave. Al Norte en vez de al Sur. No hemos visto Calafate, Perito Moreno, el frío nos venció y pensamos que Argentina es enorme, y que debíamos seguir al Sol. Así que, Bariloche ha sido el punto más al Sur que he llegado en mi viaje. Ahora, toca subir, acercándome más a (casi) todos aquellos que pueden estar leyendo ésto...



En Villa La Angostura hicimos una Pizza Party con unos amigos argentinos, buena onda, y pizzas increíbles, hechas desde la masa por un maestro pizzero.


Entre otras cosas, también visitamos el Bosque de los Arrayanes, que es como cosa de otro mundo, árboles tenebrosos color canela, y que se multiplican sin cesar.



La lluvia hacía su aparición, y nosotros la esquivamos viajando. Es lo bueno de la libertad. Así que seguimos rumbo al norte, hacia San Martín de los Andes, pasando por la famosa ruta de los 7 lagos (será por lagos). Allí pasamos unos días de lluvias e indecisiones. ¿A Chile o a Mendoza?


Chile: más lagos, paisajes increíbles, volcanes en Alerta Roja.

Mendoza: Los Andes más altos, grandes bodegas y recomendado por todo aquel con el que nos cruzamos.


Fuimos, porqué no, cautos, y dejamos la experiencia de los volcanes en erupción para cuando nos lo merezcamos, así que partimos a Mendoza.


Otro largo viaje, para dar comienzo a otra gran etapa. Termino de escribir esto desde Mendoza, y os digo, tras haberlo vivido, que promete.



Un favor que os pido. Este viaje, estas experiencias... siento que está entre lo más grande que he hecho nunca, y quiero que su inspiración marque el camino de mi vida, así que, el favor: si veis que algún día me bajo de las nubes, reenviadme esta foto:





Un beso enorme a tod@s,



BLANCA y FER