Un 13 de se(p)tiembre de este mismo año, viví una sensación magnífica: Un reencuentro. Con mis amigas de toda la vida, Sara y Rakel. Además he tenido la oportunidad de conocer a la pareja de Rakel, Adolfo, que se apuntó también. Los cuatro nos dispusimos a vivir unos días intensísimos por Perú.
El reencuentro fue apoteósico. Imaginad lo que pasa cuando amigos que se quieren se ven bien lejos de casa después de largos meses. En una palabra: subidón.

La misión era clara: 17 días para hacer la ruta gringa del Perú: de Lima a Cuzco y demás añadidos que se nos ocurrieran. Apretado pero posible, allá vamos con los paraísos peruanos.
Lima
Ésta es una ciudad que siempre está nublada aunque nunca llueve, al menos en mi mundo de visitas a Lima. Allí viven unos cuantos millones de personas, algo revueltas, y presenta el típico caos de toda capital sudamericana que se precie, con su conducción frenética, los voceros de las combis animadísimos (¡¡suban, suban!! ¡¡bajen, bajen!!), sus vendedores ambulantes aquí y allá (¡¡papas, papitas!!), sus raterillos y sus infinitas opciones.
Arroz chaufa, servesitas, papaya madura, ver el Pacífico y una cámara menos donada para la causa de los raterillos de las casas de colores limeñas. Así a bote pronto es lo que se me ocurre recordar de Lima. Pero sobre todo la primera impresión de mis amigos, aquella del que llega a un sitio tan distinto y se empieza a dar cuenta de que algo grande acaba de empezar.
Velocidades del desierto (Huacachina)
Rumbo a un sitio exclusivamente gringo y muy, muy divertido. Se componía, intentando dar una breve descripción, de lo siguiente: una laguna rodeada de hostales rodeados de dunas de arena fina inmensas. Algunos detalles: la laguna estaba también rodeada de leyendas como que todos los años se traga a alguien (durante nuestra estancia no sucedió, creo) y que una princesa sale de vez en cuando a cantar, o que lloró por la pérdida de un príncipe y creó la laguna con sus lagrimas. Supongo que todas las lagunas del mundo vienen de las lágrimas de alguien, porque siempre cuentan la misma leyenda. Cuando el río suena...
Allí, en Huacachina, donde también bebimos Cachina, nos deslizamos con tablas por dunas descomunales pasando un rato de miedo y diversión confundidos. Además, los buguis (así lo oigo, así lo escribo) o autos del desierto, nos llevaban a velocidades absurdas. Sensaciones de arena con el viento a favor.
Ah! Curiosamente, el mismo día que estuvimos en el desierto también vimos leones marinos y pingüinos, porque éste es un país de contrastes.


El cañón del Colca
Desde la bonita ciudad de Arequipa, al pie de un volcán (¡cómo les gusta a estos andinos dormir cerquita de los volcanes!), partimos a una gran excursión hacia el cañón más profundo del mundo, o no, porque es otro al lado que tiene 150 m. más, o sí, porque se han hecho nuevas medidas. Bueno, opiniones diversas, pero profundo era.
Dormimos en un pueblecito de los auténticos, llamado Yanque, en un hostal increíble, llamado "La bella flor" o similar (MUY RECOMENDABLE) donde comimos la mejor sopa de Quínua del mundo, posiblemente, y bistek de Alpaca riquísimo. Desde Yanque hicimos una excursión en la que nos paseamos solos por una antigua ciudad precolombina y nos bañamos en aguas termales calentitas, calentitas.
A la mañana siguiente tomamos un bus para llegar pronto a un lugar que se llama "Cruz del Cóndor". Allí, de 8 a 10 salen cóndores a que los turistas les hagan fotos. Como llegamos a las 9:00, pues los vimos bien cerquita, majestuosos como son, oyéndoles cortar el viento. Maravilloso.

El lago
¡De vuelta al Titicaca! Aunque no me llené de misticismo como en Bolivia, nuestro paso peruano por el lago nos permitió disfrutar de hermosas vistas, de la presencia de fiestas y bailes continuos en Puno y de las visita a las extrañas islas Uros, que merecen otro párrafo.
Éstas son unas islas hechas de totora, unas cañas que crecen en el lago. Pues con tierra y estas pajitas se hacen las islas, de manera que quedan, literalmente, flotando en el lago. La gente que vive acá son los Uros y llevan viviendo en las islas flotantes desde tiempos remotos. Ahora se dedican casi exclusivamente al turismo, y es que la visita merece la pena, sobre todo cuando las islas empiezan a ondular por las olas del lago. Sólo por la sensación de pisar el suelo del lugar merece la pena la visita.

Rumbo a Cuzco
Por fin llegaba otro de los momentos memorables de mi viaje. La llegada al ombligo del Imperio Inca, El Cuzco.
Desde que empecé a pensar en mi viaje, empecé a leer sobre la civilización más importante de América, cuyo centro de actuación es la ciudad de Cuzco, y sus misteriosos templos: Koricancha, Sacsayhuamán, el Valle Sagrado, MachuPichu.
Todo llega...
FER